Las parábolas son enseñanzas poderosas que Jesús utilizó para transmitir mensajes profundos y espirituales a sus seguidores. Estas historias llenas de significado han perdurado a lo largo de los siglos y continúan inspirando a las personas hoy en día. En este artículo, exploraremos 10 parábolas de Jesús y sus citas bíblicas, para que podamos reflexionar sobre su sabiduría y aplicar sus enseñanzas a nuestras vidas.
1. La parábola del sembrador (Mateo 13:3-8)
“Y salió el sembrador a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.”
Esta parábola nos enseña la importancia de recibir la Palabra de Dios en un corazón fértil y dispuesto, para que podamos dar fruto y crecer en nuestra fe.
2. La parábola de la oveja perdida (Lucas 15:4-7)
“¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.”
Esta parábola nos muestra el amor y la misericordia de Dios, quien nos busca y nos rescata cuando nos hemos alejado de Él. Nos recuerda que no importa cuán lejos nos hayamos ido, siempre podemos volver a Él y encontrar restauración.
3. La parábola del hijo pródigo (Lucas 15:11-32)
“Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. El le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.”
La parábola del hijo pródigo nos muestra el amor incondicional de Dios y su disposición a recibirnos y perdonarnos cuando nos arrepentimos sinceramente. Nos recuerda que siempre podemos volver a casa, sin importar cuál haya sido nuestra situación anteriormente.
4. La parábola del buen samaritano (Lucas 10:30-37)
“Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? El dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.”
Esta parábola nos enseña la importancia de amar a nuestro prójimo y mostrar compasión y misericordia hacia los demás, sin importar su origen o condición. Nos desafía a ser como el buen samaritano, dispuestos a ayudar y cuidar de aquellos que están en necesidad.
5. La parábola del hijo de la viña (Mateo 21:33-46)
“Oíd otra parábola: Hubo un hombre, padre de familia, el cual plantó una viña, la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos. Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores, para que recibiesen sus frutos. Mas los labradores, tomando a los siervos, a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon. Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera. Finalmente les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas los labradores, cuando vieron al hijo, dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y apoderémonos de su heredad. Y tomándole, le echaron fuera de la viña, y le mataron. Cuando venga, pues, el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? Le dijeron: A los malos destruirá sin misericordia, y arrendará su viña a otros labradores, que le paguen el fruto a su tiempo. Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos? Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará. Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos.”
Esta parábola nos muestra la importancia de ser buenos administradores de los dones y responsabilidades que Dios nos ha dado. También nos advierte sobre las consecuencias de rechazar y maltratar a los mensajeros de Dios, y nos desafía a producir frutos dignos del reino de Dios.
6. La parábola de la levadura (Mateo 13:33)
“Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.”
Esta parábola nos enseña que el reino de Dios tiene el poder de transformar y hacer crecer a las personas y a la sociedad. Nos desafía a ser agentes de cambio y extender el amor y la verdad de Dios en todas las áreas de nuestras vidas.
7. La parábola del tesoro escondido (Mateo 13:44)
“El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de gozo por ello, va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo.”
Esta parábola nos enseña que el reino de Dios es de gran valor y que debemos estar dispuestos a renunciar a todo para tenerlo. Nos desafía a buscar a Dios y a valorar su reino sobre todas las cosas.
8. La parábola de la red (Mateo 13:47-50)
“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces; y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.”
Esta parábola nos enseña que en el reino de Dios habrá una separación entre los justos y los malvados. Nos desafía a vivir una vida justa y a evitar el mal para poder entrar en el reino de Dios.
9. La parábola del siervo sin misericordia (Mateo 18:23-35)
“Por lo cual el reino de los cielos puede compararse a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y trabándole, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.”
Esta parábola nos enseña la importancia del perdón y la misericordia. Nos desafía a perdonar a los demás, así como Dios nos ha perdonado, y nos advierte sobre las consecuencias de ser implacables y crueles con los demás.
10. La parábola de las diez vírgenes (Mateo 25:1-13)
“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Más las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.”
Esta parábola nos insta a estar preparados y vigilantes, ya que no sabemos cuándo vendrá el Señor. Nos desafía a ser fieles y diligentes en nuestra relación con Dios, para que podamos entrar en su reino cuando regrese.
En resumen, estas 10 parábolas de Jesús y sus citas bíblicas nos enseñan valiosas lecciones sobre la fe, el amor, el perdón y la preparación para el reino de Dios. Nos desafían a vivir de acuerdo con los principios del reino de Dios y a buscar una relación íntima con Él. Que podamos meditar en estas parábolas y aplicar sus enseñanzas en nuestra vida diaria, para que podamos crecer en nuestra fe y vivir de una manera que honre a Dios.
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