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Protección divina: Salmos 121 NVI revela el amparo celestial

 


Salmos 121 NVI: Un Refugio en la Montaña

Salmos 121 NVI: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.»

Estimados hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero dirigirme a ustedes para compartirles un pasaje de la Biblia que nos llena de esperanza y confianza en nuestro Dios. El Salmo 121 es un cántico de alabanza y dependencia hacia el Señor, quien es nuestro refugio y fortaleza en todo momento.

Al comenzar este Salmo, el salmista nos dice: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?» Esta pregunta nos invita a reflexionar sobre nuestras propias circunstancias y desafíos. A menudo nos encontramos en situaciones donde nos sentimos desbordados, sin saber cómo enfrentar lo que se nos presenta. Sin embargo, el salmista nos recuerda que nuestro socorro no proviene de las montañas, ni de la creación en sí misma, sino que viene del Creador de los cielos y la tierra.

Nuestro Dios es el dueño de toda la creación y tiene el poder para ayudarnos en cualquier dificultad que enfrentemos. Él es nuestro refugio seguro, nuestra fortaleza inexpugnable. No importa qué tan alta sea la montaña que se levante frente a nosotros, podemos confiar en que el Señor está a nuestro lado, dispuesto a extendernos su mano y llevarnos a un lugar seguro.

En estos tiempos de incertidumbre, donde la sociedad enfrenta desafíos sin precedentes, es fundamental recordar que nuestra fe se basa en un Dios que es infinitamente más grande que cualquier problema que podamos enfrentar. Aunque las montañas parezcan insuperables, podemos confiar en que nuestro Dios tiene el control de todas las cosas y nos dará la fuerza y sabiduría necesarias para superar cualquier obstáculo.

El salmista continúa diciendo: «No permitirá que tu pie resbale; jamás duerme el que te cuida. No, no duerme ni se adormece el que cuida de Israel.» Estas palabras nos llenan de consuelo y seguridad, pues nos recuerdan que nuestro Dios siempre está atento y velando por nosotros. Nunca nos abandona ni se aparta de nuestro lado.

A veces, en medio de las dificultades, podemos sentir que Dios está lejos o que no nos escucha. Sin embargo, este Salmo nos asegura que el Señor está siempre presente, nunca duerme ni se adormece. Él está completamente comprometido con nuestro bienestar y es capaz de cuidarnos en todo momento.

Por último, el salmista concluye diciendo: «Jehová te guarda; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche.» Estas palabras nos recuerdan la protección constante de nuestro Dios. Él es nuestra sombra, aquel que nos cubre y nos guarda de todo mal.

En medio de las pruebas y desafíos de la vida, podemos descansar en la sombra de nuestro Dios. Él nos protege del cansancio y nos da fuerzas renovadas para seguir adelante. No importa cuánto brille el sol o cuánta oscuridad haya en la noche, nuestro Dios nos acompaña y nos cuida en todo momento.

En conclusión, el Salmo 121 NVI nos llena de esperanza y confianza en nuestro Dios. Él es nuestro refugio en medio de las montañas, nuestro protector que nunca duerme y nuestra sombra que nos guarda de todo mal. Que este Salmo sea una fuente de inspiración y fortaleza en nuestra vida diaria, recordándonos que nuestro socorro viene del Señor, quien hizo los cielos y la tierra.

Salmos 121 NVI: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.»