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La Cita Bíblica: Un Corazón Contrito y Humillado, un camino hacia la redención


Cita Bíblica: «El sacrificio agradable a Dios es el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás.» – Salmos 51:17 (Reina Valera)

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy quiero compartir con ustedes una poderosa verdad que se encuentra en la Palabra de Dios. Esta verdad nos habla de la actitud que debemos tener ante el Señor, y cómo podemos acercarnos a Él de una manera que sea agradable a sus ojos. La cita bíblica que nos guiará en este mensaje es Salmos 51:17: «El sacrificio agradable a Dios es el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás.»

En nuestra sociedad actual, a menudo se valora la autosuficiencia y el orgullo. Se nos enseña a destacar nuestras fortalezas y a ocultar nuestras debilidades. Sin embargo, la Palabra de Dios nos muestra una perspectiva diferente. Nos enseña que lo que Dios valora no es nuestra apariencia externa o nuestras habilidades, sino nuestro corazón.

El salmo 51 fue escrito por el rey David después de que fue confrontado por el profeta Natán sobre su pecado con Betsabé. En este salmo, David nos muestra el modelo de un corazón contrito y humillado. Él reconoce su pecado y se arrepiente sinceramente ante Dios. David entiende que no hay sacrificio externo que pueda reemplazar el sacrificio de un corazón quebrantado.

¿Pero qué significa tener un corazón contrito y humillado? Significa reconocer nuestra propia pecaminosidad y nuestra necesidad desesperada de la gracia y el perdón de Dios. Significa dejar de justificarnos a nosotros mismos y admitir que somos pecadores que necesitan salvación. Significa humillarnos ante Dios y rendirnos a su voluntad, sabiendo que Él es el único que puede transformar nuestros corazones.

Cuando nos acercamos a Dios con un corazón contrito y humillado, Él no nos desprecia, sino que nos acoge con amor y misericordia. Él ve nuestra sinceridad y nuestra determinación de cambiar y nos ofrece su perdón y su gracia. En Mateo 5:3, Jesús nos dice: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.» Es en nuestra pobreza espiritual, en nuestra humildad y dependencia de Dios, donde encontramos su reino.

Queridos hermanos y hermanas, no importa cuán lejos hayamos caído o cuán grande sea nuestro pecado, Dios está dispuesto a perdonarnos si venimos a Él con un corazón contrito y humillado. Él nos ofrece una nueva vida, una vida transformada por su amor y su gracia. Debemos recordar siempre que nuestra salvación no se basa en nuestras propias obras o méritos, sino en el sacrificio de Jesús en la cruz.

Entonces, ¿cómo podemos cultivar un corazón contrito y humillado? En primer lugar, debemos pasar tiempo en oración y en la lectura de la Palabra de Dios. La Biblia nos muestra nuestra necesidad de salvación y nos revela la magnitud del amor y la gracia de Dios. En segundo lugar, debemos confesar nuestros pecados sinceramente ante Dios y arrepentirnos de ellos. No debemos ocultar nada ante Él, sino abrir nuestro corazón por completo y permitir que Él nos restaure. Y finalmente, debemos rendirnos a la voluntad de Dios y buscar su dirección en cada aspecto de nuestras vidas.

Queridos hermanos y hermanas, hoy los animo a cultivar un corazón contrito y humillado delante de Dios. No importa cuál sea nuestra situación actual, Él está dispuesto a perdonarnos y a transformarnos. No permitamos que el orgullo o la autosuficiencia nos alejen de su amor y gracia. Recordemos siempre la poderosa verdad de Salmos 51:17: «El sacrificio agradable a Dios es el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás.»

Que este mensaje sea un recordatorio constante de la necesidad de mantener nuestros corazones en un estado de humildad y dependencia de Dios. Que busquemos siempre su perdón y su dirección en nuestras vidas. Y que, a través del sacrificio de Jesús en la cruz, podamos experimentar la paz y la alegría que solo Él puede dar.

Cita Bíblica: «El sacrificio agradable a Dios es el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado, oh Dios, no despreciarás.» – Salmos 51:17 (Reina Valera)