Salmos 128:2 – “Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien.”
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy quiero compartir con ustedes sobre un pasaje inspirador de la Biblia, Salmos 128:2. Esta palabra del Señor nos anima y nos recuerda la bendición que viene al trabajar diligentemente con nuestras manos.
En nuestra sociedad actual, a menudo se menosprecia el valor del trabajo. Muchas personas desean encontrar el éxito y la prosperidad sin esforzarse demasiado. Sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña que el trabajo duro y constante es una fuente de bendición y bienestar.
El salmista nos dice: “Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien”. Esta frase poderosa nos muestra que la recompensa del trabajo no solo es material, sino también espiritual. Cuando nos esforzamos y cosechamos los frutos de nuestro trabajo, experimentamos una sensación de satisfacción y logro.
No importa cuál sea nuestro trabajo, ya sea que estemos en una oficina, en un campo, en una fábrica o en nuestro hogar, debemos recordar que nuestro trabajo es valioso y tiene propósito. Dios nos ha dado habilidades y talentos únicos, y Él espera que los usemos para Su gloria y para bendición de otros.
Cuando ponemos nuestras manos a trabajar, estamos siguiendo el ejemplo de nuestro amado Señor Jesucristo. Él mismo era un carpintero, y durante su vida terrenal, trabajó diligentemente para proveer para sí mismo y para su familia. Jesús entendía el valor del trabajo y nos dejó un ejemplo de dedicación y excelencia en todo lo que hacía.
Además, cuando trabajamos con nuestras manos, estamos participando en la obra de Dios en la Tierra. Dios nos ha llamado a ser mayordomos de los dones y recursos que nos ha dado, y una forma práctica de hacerlo es a través de nuestro trabajo. Cuando trabajamos con integridad y honradez, estamos reflejando la imagen de nuestro Creador y somos testimonio del amor de Dios para aquellos que nos rodean.
Es importante recordar que el éxito y la prosperidad que provienen del trabajo no deben ser nuestro objetivo principal. Nuestro enfoque debe estar en buscar primero el reino de Dios y Su justicia (Mateo 6:33). Cuando hacemos esto, confiamos en que Dios añadirá todas las cosas que necesitamos en nuestras vidas.
No importa las dificultades o desafíos que enfrentemos en nuestro trabajo, debemos recordar que Dios está con nosotros. Él es nuestra fortaleza y nuestro apoyo en todo momento. Podemos confiar en que Él nos guiará y nos dará la sabiduría necesaria para enfrentar cualquier situación que se presente.
Así que, queridos hermanos y hermanas, recordemos siempre el mensaje de Salmos 128:2: “Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien”. Que este versículo sea una fuente de inspiración y aliento para cada uno de nosotros en nuestra vida diaria.
En conclusión, el trabajo es una bendición y un regalo de Dios. No importa cuál sea nuestra ocupación, debemos trabajar con diligencia y excelencia, sabiendo que nuestro trabajo tiene propósito y es valioso. Al poner nuestras manos a trabajar, honramos a Dios y somos testimonio de Su amor y cuidado en nuestras vidas.
Que el Señor nos guíe y nos bendiga en todas nuestras labores, y que siempre podamos disfrutar de los frutos de nuestro trabajo. Amén.
Salmos 128:2 – “Cuando comieres el trabajo de tus manos, bienaventurado serás, y te irá bien.”