Salmos 92:1 proclama: “Bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.” Esta hermosa declaración nos invita a alabar y adorar al Señor, reconociendo Su grandeza y bondad en nuestras vidas. La alabanza es una forma poderosa de conectarnos con Dios y experimentar Su presencia en medio de cualquier circunstancia.
Como ministros cristianos, es nuestro deber y privilegio llevar a otros a una relación más profunda con Dios mediante la alabanza y la adoración. Al hacerlo, podemos inspirar a otros a unirse a nosotros en la alabanza y experimentar la alegría y el gozo que provienen de estar en la presencia de Dios.
Cuando alabamos a Dios, reconocemos Su soberanía y Su amor incondicional hacia nosotros. Nos damos cuenta de que Él es el único digno de toda nuestra adoración y alabanza. En Salmo 92:2, leemos: “Anunciar por la mañana tu misericordia, y tu fidelidad cada noche.” Esta escritura nos recuerda la importancia de comenzar y terminar cada día con alabanza y gratitud hacia Dios.
Al comenzar nuestra mañana con alabanza, establecemos el tono para el resto del día. Le estamos diciendo a Dios que confiamos en Él y que reconocemos Su guía y provisión en todo lo que hagamos. Al finalizar el día con alabanza, reconocemos que Él ha estado con nosotros en cada paso del camino y que Su fidelidad nunca falla.
La alabanza no es solo un acto que hacemos en la iglesia los domingos, sino que es un estilo de vida. En Salmo 92:2, también se menciona la fidelidad de Dios cada noche. Esto nos enseña que la alabanza y la adoración deben ser constantes en nuestras vidas, no importa la hora o el día.
Cuando enfrentamos desafíos y dificultades, la alabanza se convierte en nuestra arma espiritual. En lugar de enfocarnos en nuestros problemas, dirigimos nuestra atención a Dios y comenzamos a alabar Su nombre. En Salmo 92:4, se nos dice: “Por cuanto me has alegrado, oh Jehová, con tus obras; en las obras de tus manos me gozo.”
Cuando alabamos a Dios en medio de nuestras luchas, nuestros corazones se llenan de gozo y paz. Reconocemos que Él es más grande que cualquier problema que podamos enfrentar. La alabanza nos ayuda a mantener nuestra confianza en Él y nos recuerda que Él tiene el control en todas las circunstancias.
La alabanza también nos conecta con otros creyentes y fortalece nuestra comunidad de fe. En Salmo 92:13-15, leemos: “Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, y que en él no hay injusticia.”
Cuando nos unimos en alabanza y adoración, nos animamos mutuamente y nos recordamos el amor y la fidelidad de Dios. Creamos un ambiente donde Su presencia puede habitar y donde los milagros y las bendiciones pueden manifestarse. La alabanza nos une como familia en Cristo y nos impulsa a vivir vidas fructíferas y llenas de propósito.
En resumen, Salmos 92:1 nos recuerda la importancia de alabar y adorar a Dios en todo momento. La alabanza es una forma de conectarnos con Él, reconocer Su grandeza y experimentar Su presencia en nuestras vidas. A través de la alabanza, podemos experimentar gozo, paz y fortaleza en medio de cualquier circunstancia. Así que, ¡bueno es alabarte, oh Jehová, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo!
Salmos 92:1