Cita Bíblica: “Con amor eterno te he amado” (Jeremías 31:3)
Hermanos y hermanas en Cristo, es un privilegio estar aquí hoy para compartir con ustedes una palabra de aliento y esperanza. En medio de un mundo lleno de incertidumbre y dolor, es importante recordar que tenemos un Dios que nos ama con un amor eterno.
La cita bíblica de hoy, “Con amor eterno te he amado” (Jeremías 31:3), es un recordatorio poderoso de cuánto nos ama nuestro Padre celestial. En este versículo, Dios nos revela que su amor por nosotros es constante, inmutable y eterno. No importa cuánto hayamos fallado o cuán lejos nos hayamos alejado de su camino, su amor siempre está presente, esperando pacientemente que regresemos a él.
Es fácil perderse en el caos y la confusión de la vida diaria. Nos enfrentamos a desafíos, luchas y decepciones que pueden hacernos sentir solos y abandonados. Pero en medio de todo eso, Dios está allí, extendiendo su amor hacia nosotros. Su amor nunca se agota, nunca se desvanece, siempre está ahí para nosotros.
Este amor eterno de Dios es un regalo que no podemos merecer ni ganar. Es pura gracia. A veces, podemos caer en la trampa de creer que tenemos que hacer algo para ganar el amor de Dios. Pero la verdad es que no hay nada que podamos hacer para ganar su amor, porque él ya nos ama incondicionalmente.
Este amor eterno de Dios también es inmutable. No depende de nuestras circunstancias, nuestros logros o fracasos. No importa en qué situación nos encontremos en la vida, Dios nos ama de la misma manera. Su amor es constante, sin cambios, y siempre nos rodea, incluso en medio de nuestras pruebas más difíciles.
Cuando entendemos el amor eterno de Dios, nuestra perspectiva cambia. Ya no tenemos que vivir llenos de temor, ansiedad o duda. Podemos confiar en que Dios está siempre con nosotros, cuidándonos y guiándonos en cada paso del camino. Su amor nos da la fortaleza para superar cualquier obstáculo y nos da paz en medio de las tormentas.
¿Cómo podemos responder a este amor eterno de Dios? En primer lugar, debemos aceptarlo y creer en él. No podemos experimentar plenamente el amor de Dios si no creemos en él y en su Palabra. Debemos abrir nuestros corazones y recibir este amor incondicional que él nos ofrece.
En segundo lugar, debemos compartir este amor con los demás. Dios nos ha amado de manera tan profunda y completa que debemos ser portadores de su amor hacia aquellos que nos rodean. Debemos mostrar el amor de Dios a través de nuestras palabras y acciones, buscando siempre el bienestar y la bendición de los demás.
Finalmente, debemos vivir en respuesta a este amor eterno. Esto significa vivir una vida de obediencia a Dios y buscar su voluntad en todo lo que hacemos. Cuando vivimos en respuesta a su amor, encontramos verdadera alegría y paz, y nos convertimos en instrumentos de bendición en este mundo.
Hermanos y hermanas, recuerden siempre estas palabras de Jeremías 31:3: “Con amor eterno te he amado”. No importa lo que estemos enfrentando en la vida, siempre podemos confiar en el amor eterno de nuestro Dios. Él está ahí para nosotros, siempre dispuesto a extendernos su amor y gracia.
Que esta verdad nos llene de esperanza y fortaleza en nuestros caminos. Que nos inspire a vivir vidas que reflejen el amor de Dios hacia los demás. Que nunca olvidemos que somos amados con un amor eterno.
Cita Bíblica: “Con amor eterno te he amado” (Jeremías 31:3)