Cita Bíblica del Buen Samaritano – Lucas 10:25-38
En la Biblia, encontramos un pasaje muy especial que nos enseña una lección valiosa sobre el amor y la compasión. La Cita Bíblica del Buen Samaritano, en Lucas 10:25-38, nos muestra cómo debemos amar a nuestro prójimo y ofrecer ayuda a aquellos que lo necesitan.
En esta historia, un experto en la ley le pregunta a Jesús qué debe hacer para heredar la vida eterna. Jesús, sabiendo la intención de su corazón, le responde con una pregunta: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?” (Lucas 10:26). El experto en la ley responde citando el mandamiento de amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas y con toda la mente, y amar al prójimo como a uno mismo.
Jesús elogia su respuesta y le dice: “Has respondido correctamente; haz esto y vivirás” (Lucas 10:28). Sin embargo, el hombre, queriendo justificarse, le pregunta a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?” (Lucas 10:29). Entonces, Jesús le cuenta la parábola del Buen Samaritano.
En esta parábola, Jesús nos muestra que nuestro prójimo no solo es aquel que está cerca de nosotros, sino también aquel que está en necesidad y requiere de nuestra ayuda. Un hombre judío es asaltado y dejado medio muerto en el camino hacia Jericó. Tanto un sacerdote como un levita pasan por allí, pero deciden ignorar al hombre herido y seguir su camino.
Sin embargo, un samaritano, un hombre considerado enemigo por los judíos, se compadece del hombre y decide ayudarlo. El samaritano vende sus posesiones y cuida de las heridas del hombre, lo lleva a una posada y paga por su hospedaje y cuidado. Jesús concluye la parábola preguntándole al experto en la ley quién fue el prójimo del hombre asaltado.
El experto en la ley responde: “El que practicó la misericordia con él” (Lucas 10:37). Jesús le dice entonces: “Ve y haz tú lo mismo” (Lucas 10:37), enseñándonos a todos que debemos amar y ayudar a aquellos que están en necesidad, sin importar su origen o condición.
Esta historia nos muestra tres aspectos importantes del amor y la compasión. En primer lugar, debemos estar dispuestos a ver a aquellos que necesitan nuestra ayuda. Tanto el sacerdote como el levita pasaron de largo, posiblemente por temor o indiferencia. Sin embargo, el samaritano tuvo los ojos abiertos y vio al hombre herido, sintiendo compasión por él.
En segundo lugar, debemos estar dispuestos a actuar y responder a la necesidad. El samaritano no solo sintió compasión, sino que también actuó. Vendió sus posesiones, cuidó de las heridas del hombre y se aseguró de que recibiera el cuidado necesario. No se quedó de brazos cruzados, sino que se movió en compasión.
En tercer lugar, debemos estar dispuestos a sacrificar para ayudar a los demás. El samaritano no solo dedicó su tiempo y esfuerzo, sino que también gastó su dinero para asegurarse de que el hombre herido fuera atendido. Estuvo dispuesto a sacrificar para mostrar amor y compasión.
En nuestra vida cotidiana, podemos aplicar esta enseñanza del Buen Samaritano. Podemos estar atentos a las necesidades de los demás a nuestro alrededor, ya sea un vecino, un compañero de trabajo o un desconocido en la calle. Podemos actuar con amor y compasión, ofreciendo una mano amiga, una palabra de aliento o una ayuda práctica.
El mensaje de Jesús en la Cita Bíblica del Buen Samaritano es claro: Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. No importa quiénes sean o de dónde vengan, todos merecen ser amados y cuidados. Como cristianos, tenemos la responsabilidad de vivir este mandamiento y ser agentes de amor y compasión en nuestro mundo.
Recordemos siempre esta Cita Bíblica del Buen Samaritano, Lucas 10:25-38, como una guía para nuestras vidas. Que podamos ser como el Buen Samaritano, dispuestos a ver, actuar y sacrificar por amor a nuestro prójimo. Que nuestras acciones reflejen el amor de Dios y sean una luz en medio de la oscuridad.
Cita Bíblica del Buen Samaritano – Lucas 10:25-38.