Proverbios 21:23 explica la importancia de controlar nuestras palabras y mantener una actitud sabia y prudente en todo momento. Este versículo nos dice: “El que guarda su boca y su lengua, guarda su alma de angustias”.
Como cristianos, a menudo subestimamos el poder de nuestras palabras. Olvidamos que nuestras palabras tienen el poder de edificar y destruir, de dar vida o de causar daño. Pero Proverbios 21:23 nos recuerda que debemos ser cuidadosos con lo que decimos y cómo lo decimos.
Guardar nuestra boca y nuestra lengua implica tener control sobre lo que decimos y cómo lo decimos. Significa pensar antes de hablar y considerar cómo nuestras palabras pueden afectar a los demás. Cuando hablamos impulsivamente o sin pensar, corremos el riesgo de causar angustia y dolor a los demás, así como de enfrentar las consecuencias de nuestras palabras.
La Biblia nos enseña que nuestras palabras tienen el poder de influir en la dirección de nuestras vidas. En Proverbios 18:21 se nos dice: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”. Nuestras palabras pueden traer bendición o maldición, prosperidad o adversidad. Por lo tanto, es crucial que aprendamos a controlar nuestra lengua y usar nuestras palabras para edificar y bendecir a los demás.
Además, guardar nuestra boca y nuestra lengua también nos protege a nosotros mismos. Cuando hablamos de manera imprudente, podemos decir cosas de las que nos arrepentimos más tarde. Nuestras palabras pueden revelar nuestros pensamientos, emociones y actitudes, y si no tenemos cuidado, podemos dañar nuestras relaciones y reputación. Pero si aprendemos a controlar nuestras palabras, podemos evitar muchos problemas y conflictos innecesarios.
La sabiduría de Proverbios 21:23 también se aplica a nuestra relación con Dios. En los Salmos 141:3, el salmista dice: “Pon guarda, oh Jehová, a mi boca; guarda la puerta de mis labios”. Nuestras palabras pueden afectar nuestra comunión con Dios. Cuando hablamos de manera irrespetuosa o blasfema, estamos deshonrando a Dios y alejándonos de Su presencia. Pero cuando guardamos nuestra boca y hablamos con reverencia y gratitud hacia Dios, estamos abriendo la puerta para una relación más cercana con Él.
Entonces, ¿cómo podemos aplicar el consejo de Proverbios 21:23 en nuestra vida diaria? En primer lugar, debemos aprender a pensar antes de hablar. Tomarnos un momento para reflexionar sobre nuestras palabras nos ayuda a evitar decir cosas de las que nos arrepentiremos más tarde. También debemos ser conscientes de cómo nuestras palabras pueden afectar a los demás y esforzarnos por hablar con amor, amabilidad y respeto.
Además, debemos buscar la sabiduría de Dios a través de la oración y el estudio de Su Palabra. Cuando nos acercamos a Dios en busca de dirección y sabiduría, Él nos capacita para controlar nuestras palabras y nos muestra cómo usarlas para bendición y edificación.
Finalmente, debemos recordar que guardar nuestra boca y nuestra lengua es un acto de obediencia y honra a Dios. Como cristianos, estamos llamados a ser representantes de Cristo en todo momento, incluso en nuestras palabras. Al controlar nuestras palabras y hablar con sabiduría y prudencia, estamos mostrando al mundo el amor y la gracia de Dios.
En resumen, Proverbios 21:23 nos insta a guardar nuestra boca y nuestra lengua para evitar angustias innecesarias. El control de nuestras palabras no solo beneficia a los demás, sino que también nos protege a nosotros mismos y fortalece nuestra relación con Dios. Aprendamos a pensar antes de hablar, a buscar la sabiduría de Dios y a usar nuestras palabras para bendecir y edificar a los demás. Que el consejo de Proverbios 21:23 guíe nuestras palabras y acciones diarias, y que podamos experimentar la paz y la bendición que provienen de vivir en obediencia a la Palabra de Dios.
Proverbios 21:23 explica la importancia de controlar nuestras palabras y mantener una actitud sabia y prudente en todo momento. Este versículo nos dice: “El que guarda su boca y su lengua, guarda su alma de angustias”.