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El amor inagotable de Dios: Salmos 36:7


Salmos 36:7 – “¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Bajo la sombra de tus alas los hijos de los hombres se amparan.”

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy quiero compartir con ustedes una verdad que nos llena de esperanza y nos invita a confiar plenamente en nuestro amado Señor. En el Salmo 36:7, el salmista nos revela la preciosa misericordia de Dios, una misericordia que nos cubre como un abrigo protector, como las alas de un ave que resguarda a sus polluelos. ¡Qué hermosa imagen nos presenta la Palabra de Dios!

En nuestra vida cotidiana, a menudo nos enfrentamos a situaciones difíciles y desafiantes. Puede que nos sintamos abrumados por las pruebas, el dolor, la incertidumbre o el temor. Sin embargo, en medio de todas estas circunstancias, podemos encontrar consuelo y seguridad en la misericordia de Dios. Él nos ofrece refugio y amparo bajo la sombra de sus alas, brindándonos protección y consuelo en todo momento.

Nuestro Padre celestial entiende nuestras debilidades y luchas. Él nos conoce íntimamente y está dispuesto a extendernos su misericordia sin límites. No importa cuán grandes sean nuestras fallas, cuán profundo sea nuestro pecado o cuán lejos nos hayamos alejado de su camino, Dios está siempre dispuesto a perdonarnos y a recibirnos en sus brazos amorosos.

Es en su misericordia donde encontramos esperanza y renovación. Nos invita a confiar en su fidelidad y en su amor incondicional, incluso cuando nuestras fuerzas flaquean. En la oscuridad de la noche, en medio de la tormenta o en momentos de soledad, podemos aferrarnos a la promesa de que Dios nos cubrirá con sus alas y nos protegerá de todo mal.

La misericordia de Dios también nos desafía a ser instrumentos de amor y gracia para aquellos que nos rodean. Nos llama a extender su misericordia a los demás, a ser compasivos y perdonadores, a mostrar bondad y amabilidad en todas nuestras acciones. Al hacerlo, reflejamos el carácter de nuestro Padre celestial y compartimos el amor que él nos ha mostrado.

Queridos hermanos y hermanas, no importa cuál sea tu situación en este momento, te animo a recordar siempre la preciosa misericordia de Dios. No importa cuán oscuro sea el valle que estés atravesando, recuerda que él está allí contigo, extendiendo sus alas sobre ti. No estás solo, porque tienes un Padre celestial que te ama incondicionalmente y que desea brindarte su protección y consuelo.

En medio de las dificultades, la misericordia de Dios es nuestra fortaleza. Nos sostiene cuando nuestras fuerzas flaquean y nos da la confianza de que, con él a nuestro lado, podemos superar cualquier obstáculo. No importa cuán fuertes sean las tormentas que enfrentemos, su misericordia es más poderosa y nos guiará hacia la victoria.

Hermanos y hermanas, mientras caminamos en este mundo, recordemos siempre la promesa de Salmos 36:7 – “¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Bajo la sombra de tus alas los hijos de los hombres se amparan.” Que estas palabras se graben en nuestros corazones y nos impulsen a vivir una vida de confianza y gratitud hacia nuestro amado Padre celestial.

En conclusión, la misericordia de Dios es un regalo incomparable. Nos cubre y nos protege en todo momento, brindándonos consuelo y esperanza. En medio de las dificultades, encontramos refugio bajo la sombra de sus alas, donde somos amados y perdonados. Que recordemos siempre la hermosa promesa de Salmos 36:7 y vivamos en gratitud por la misericordia de nuestro Dios. ¡Que su amor y su gracia nos guíen siempre en nuestro caminar! Amén.

Salmos 36:7 – “¡Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia! Bajo la sombra de tus alas los hijos de los hombres se amparan.”