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El Asombroso Salmo 22:14 Revela un Misterio Profundo


Salmo 22:14 – «Como agua he sido derramado, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas.» (RVR 1960)

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes un mensaje de esperanza basado en el Salmo 22:14. Esta poderosa declaración del salmista nos revela la profunda angustia y el sufrimiento que experimentó, pero también nos enseña una lección invaluable sobre la fidelidad de Dios en medio de nuestras pruebas.

En la vida, todos enfrentamos momentos de desesperación y dolor. Puede ser que nos sintamos como agua derramada, sin forma ni dirección. Nuestros huesos pueden sentirse descoyuntados, como si no tuviéramos fuerzas para seguir adelante. En estos momentos, nuestro corazón puede derretirse como cera, sintiendo que nuestras emociones nos abruman.

Sin embargo, el Salmo 22:14 nos recuerda que, incluso en medio de nuestra devastación, Dios está presente. Aunque nos sintamos como agua derramada, Él es quien nos sostiene y nos guía. Aunque nuestros huesos se descoyuntan, Él es quien nos fortalece y nos da la fuerza para seguir adelante. Aunque nuestro corazón se derrita, Él es quien nos consuela y nos restaura.

Cuando meditamos en este versículo, podemos encontrar consuelo y esperanza en la promesa de que Dios está con nosotros en nuestras pruebas. Él no nos ha abandonado, ni nos dejará solos en medio de nuestras dificultades. Su amor y fidelidad son inquebrantables.

En lugar de sucumbir ante la desesperación, podemos levantar nuestros ojos al cielo y clamar al Señor en oración. Podemos confiar en que Él nos escucha y responderá en su tiempo perfecto. Como el salmista, podemos expresar nuestras angustias y debilidades delante de Él, sabiendo que Él es nuestro refugio y fortaleza.

Además, el Salmo 22:14 nos enseña sobre la humanidad de Jesús y su sufrimiento en la cruz. Cuando Jesús fue crucificado, experimentó el dolor más intenso y la separación de su Padre celestial. Sus huesos se descoyuntaron y su corazón se derritió por el peso de nuestros pecados. Pero su sacrificio nos trajo salvación y redención.

En momentos de dificultad, podemos encontrar consuelo al recordar que Jesús sufrió por nosotros y que Él comprende nuestro dolor. Él es nuestro gran Sumo Sacerdote que intercede por nosotros. Podemos acercarnos a Él con confianza, sabiendo que nos comprende y nos fortalece en nuestras debilidades.

Queridos hermanos y hermanas, en medio de nuestras pruebas y sufrimientos, recordemos el Salmo 22:14. Aunque nos sintamos como agua derramada, sin forma ni dirección, Dios está con nosotros. Aunque nuestros huesos se descoyuntan y nuestro corazón se derrite, Él nos sostiene y nos fortalece. No estamos solos en nuestras luchas, pues Dios es nuestro refugio y fortaleza.

Así que, levantemos nuestros ojos al cielo y confiemos en el Señor en todo momento. Él nos guiará y nos sostendrá en medio de las tormentas. No importa cuán desesperanzados o desamparados nos sintamos, Dios está con nosotros. Su amor y fidelidad son inquebrantables.

Recuerden, queridos hermanos y hermanas, el Salmo 22:14: «Como agua he sido derramado, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas.» (RVR 1960) Mediten en estas palabras y permitan que Dios les dé la fortaleza y la esperanza para enfrentar cualquier adversidad.

Que Dios les bendiga abundantemente y les sostenga en todas las circunstancias de la vida.

Salmo 22:14 – «Como agua he sido derramado, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas.» (RVR 1960)