Salmos 43:4 (RVR 1960) – “Luego iré al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.”
Amados hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes una poderosa promesa que encontramos en el Salmo 43:4. Este versículo nos revela el anhelo que debemos tener de acercarnos a Dios y adorarle con todo nuestro ser.
El salmista nos dice: “Luego iré al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo”. Esta declaración nos muestra la actitud de reverencia y gratitud que el salmista tenía hacia Dios. Él anhelaba entrar en la presencia del Altísimo, donde encontraba verdadera alegría y gozo.
En nuestras vidas también debemos anhelar tener ese encuentro con Dios. Debemos desear estar en Su presencia, en ese lugar de comunión donde podemos experimentar Su paz y gozo sobrenatural. Nuestro corazón debe anhelar estar en el altar de Dios, donde podemos adorarle y alabarle.
¿Qué significa ir al altar de Dios? El altar es el lugar donde se ofrecían sacrificios y donde se encontraba la presencia de Dios. En el Antiguo Testamento, los sacerdotes y el pueblo se acercaban al altar para buscar el perdón de sus pecados y para adorar a Dios. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, Jesús se convirtió en el sacrificio perfecto por nuestros pecados. Ahora, nosotros, como creyentes, podemos acercarnos a Dios a través de Jesús, quien es nuestro mediador y la puerta de acceso al Padre.
Cuando vamos al altar de Dios, nos presentamos ante Él con humildad y reverencia. Reconocemos Su grandeza y majestad. Nos arrepentimos de nuestros pecados y buscamos Su perdón y restauración. Es en ese altar donde encontramos la gracia y el amor incondicional de nuestro Dios.
El salmista continúa diciendo: “y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío”. Aquí vemos la expresión de adoración y gratitud del salmista hacia Dios. Él utiliza el arpa como un instrumento musical para alabar al Señor. La música es una forma hermosa de expresar nuestras emociones y sentimientos hacia Dios.
Cuando alabamos a Dios con nuestras voces y con instrumentos musicales, estamos ofreciendo un sacrificio de alabanza. Estamos reconociendo Su grandeza y poder. Estamos declarando que Él es digno de toda adoración y alabanza. La música se convierte en un vehículo para conectarnos con Dios de una manera especial y profunda.
Así que, amados hermanos y hermanas, anhelemos ir al altar de Dios. Permitamos que nuestro corazón sea llenado de gozo y alegría al estar en Su presencia. Aprendamos a adorarle con todo nuestro ser, utilizando nuestra voz y nuestros instrumentos musicales. Que nuestra vida sea una melodía de alabanza y gratitud hacia nuestro Dios.
Recordemos siempre estas palabras inspiradoras del Salmo 43:4: “Luego iré al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.” Que estas palabras nos motiven a buscar la presencia de Dios y a adorarle con todo nuestro ser.
En conclusión, el Salmo 43:4 nos invita a ir al altar de Dios, a buscar Su presencia y adorarle con gratitud y reverencia. Que este versículo sea nuestro recordatorio constante de la importancia de tener un encuentro personal con Dios y de expresarle nuestra adoración a través de la música y la alabanza. Que nuestras vidas sean testimonios vivientes de la alegría y el gozo que encontramos en la presencia de nuestro Dios.
Salmos 43:4 (RVR 1960) – “Luego iré al altar de Dios, al Dios de mi alegría y de mi gozo; y te alabaré con arpa, oh Dios, Dios mío.”