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El hombre falla, pero Dios nunca falla: Versículo revelador


El Hombre Falla Pero Dios Nunca Falla Versículo – Un Recordatorio de la Fidelidad de Dios

El hombre, a lo largo de la historia, ha demostrado ser propenso a la falla. A pesar de nuestros mejores esfuerzos, cometemos errores, nos equivocamos y fallamos en cumplir nuestras promesas y compromisos. Sin embargo, en medio de nuestras imperfecciones, hay una verdad reconfortante que debemos recordar: el hombre puede fallar, pero Dios nunca falla.

En la Palabra de Dios, encontramos un versículo que encapsula esta verdad poderosa. En la versión Reina Valera de la Biblia, en 1 Samuel 15:29, leemos: «También el Excelso de Israel no mentirá, ni se arrepentirá; porque no es hombre, para que se arrepienta.» Este versículo nos habla de la inmutable fidelidad de Dios. Él es el único en quien podemos confiar plenamente, porque Él nunca falla.

Cuando miramos alrededor, vemos las consecuencias de las fallas humanas en todas partes. Los líderes políticos y empresariales defraudan la confianza depositada en ellos, los amigos y familiares nos decepcionan, y hasta nosotros mismos nos desilusionamos con nuestras propias acciones. Pero en medio de todas estas fallas, Dios se mantiene fiel.

La fidelidad de Dios no se basa en nuestras acciones o méritos. No depende de lo buenos o perfectos que seamos. Es una fidelidad que se fundamenta en su carácter y amor incondicional hacia nosotros. Como dice el Salmo 36:5, «Tu misericordia, oh Jehová, se extiende hasta los cielos, y tu fidelidad alcanza hasta las nubes». Dios es fiel en todas las circunstancias y en todas las épocas. Él es el mismo ayer, hoy y siempre.

Cuando enfrentamos desafíos en nuestra vida, podemos descansar en la certeza de que Dios nunca nos fallará. Él es nuestro refugio y fortaleza, un socorro bien presente en tiempos de angustia (Salmo 46:1). Aunque las circunstancias puedan parecer desalentadoras y los problemas insuperables, podemos confiar en que Dios tiene el control y nunca nos abandonará.

En momentos de dificultad, es fácil caer en la desesperación y perder la esperanza. Pero es precisamente en esos momentos cuando debemos recordar el versículo que nos dice: «El hombre falla, pero Dios nunca falla». Dios es capaz de hacer mucho más de lo que podemos imaginar o comprender (Efesios 3:20). Él tiene un plan perfecto para nuestras vidas, incluso cuando no entendemos lo que está sucediendo a nuestro alrededor.

Al confiar en la fidelidad de Dios, podemos encontrar paz en medio de la tormenta y esperanza en medio de la adversidad. Él es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones (Salmo 46:1). No importa cuán grande sea nuestro fracaso o cuánto hayamos fallado, Dios siempre está dispuesto a perdonarnos y restaurarnos. En su fidelidad, encontramos gracia y misericordia.

La fidelidad de Dios es un ancla que nos mantiene firmes en medio de las pruebas y tribulaciones de la vida. Cuando todo parece derrumbarse a nuestro alrededor, podemos aferrarnos a la verdad de que Dios nunca falla. Él es el mismo hoy, mañana y por toda la eternidad.

En conclusión, recordemos siempre el versículo inspirador: «El hombre falla pero Dios nunca falla». Aunque podamos caer y fallar una y otra vez, Dios siempre está allí para levantarnos y restaurarnos. Él es nuestra roca, nuestra fortaleza y nuestro refugio en tiempos de dificultad. Confía en su fidelidad y descansa en su amor incondicional. Dios nunca falla.