¡Dios nos capacita para la batalla! Salmo 18:35
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy me gustaría compartir con ustedes una poderosa verdad que encontramos en el Salmo 18:35: “Tú me has dado asimismo el escudo de tu salvación; tu diestra me ha sostenido, y tu benignidad me ha engrandecido”. Esta hermosa declaración del rey David nos revela el inmenso amor y la protección que Dios nos brinda en medio de las dificultades y los desafíos de la vida.
El Salmo 18 es una oración de alabanza y gratitud de David a Dios por su fidelidad y poder. En este salmo, David reconoce que fue Dios quien lo capacitó para la batalla y le dio la victoria sobre sus enemigos. David comprendió que no era su propia fuerza ni su habilidad lo que le permitió triunfar, sino la gracia y el poder de Dios. Esta verdad es igualmente relevante para nosotros hoy en día.
Nuestra vida puede enfrentarnos a situaciones difíciles y desafiantes. A veces nos encontramos luchando contra enemigos invisibles como el miedo, la ansiedad, la enfermedad o las dificultades financieras. En esos momentos, podemos recordar las palabras de David en el Salmo 18:35 y encontrar consuelo y fortaleza en ellas.
Dios es nuestro escudo de salvación. Él nos protege de los ataques del enemigo y nos guarda de todo mal. Nuestro Padre celestial está dispuesto a defendernos y pelear nuestras batallas por nosotros. No tenemos que temer porque Dios es nuestro refugio seguro. Como un escudo impenetrable, Él nos rodea y nos guarda de todo peligro.
Además, el Salmo 18:35 nos recuerda que la diestra de Dios nos sostiene. Su mano poderosa está siempre lista para levantarnos cuando nos caemos y fortalecernos cuando nos sentimos débiles. No importa cuán grande sea el desafío que enfrentemos, podemos confiar en que Dios nos sostendrá y nos dará la fuerza necesaria para superarlo.
La benignidad de Dios nos engrandece. Su amor incondicional y su gracia abundante nos elevan y nos permiten experimentar una vida plena y significativa. Cuando confiamos en Él y nos sometemos a su voluntad, somos transformados y capacitados para vivir de acuerdo a su propósito. No importa nuestras limitaciones o debilidades, Dios nos bendice y nos capacita para lograr cosas extraordinarias en su nombre.
Hermanos y hermanas, en este día quiero animarlos a confiar en el poder y la fidelidad de Dios. No importa cuán grande sea la tormenta que enfrentemos, Él está con nosotros. Podemos clamar a Él en oración, buscar su guía en su Palabra y depender de su fuerza para superar cualquier obstáculo que se presente en nuestro camino.
Recuerden las palabras del Salmo 18:35: “Tú me has dado asimismo el escudo de tu salvación; tu diestra me ha sostenido, y tu benignidad me ha engrandecido”. Mediten en estas palabras y permitan que la verdad contenida en ellas les fortalezca y les inspire en su caminar con Dios.
Que el Espíritu Santo les capacite y les guíe en cada paso que den. Que encuentren consuelo y fortaleza en el amor y la protección de Dios. Que su vida sea un testimonio vivo del poder y la fidelidad de nuestro Señor.
En el nombre de Jesús, amén.
Salmo 18:35: “Tú me has dado asimismo el escudo de tu salvación; tu diestra me ha sostenido, y tu benignidad me ha engrandecido”.