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El poder de la paciencia: Salmo 37.8


La paz del Señor sea con todos vosotros, amados hermanos y hermanas en Cristo. Hoy me gustaría compartir con ustedes un mensaje inspirador basado en el Salmo 37.8 de la Biblia.

En este mundo tan agitado y lleno de conflictos, a menudo nos encontramos con situaciones que nos llevan a sentir ira y a desear venganza. Sin embargo, como seguidores de Cristo, estamos llamados a vivir de manera diferente. El Salmo 37.8 nos dice: «Deja la ira, y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo.»

Este versículo nos invita a dejar atrás la ira y el enojo, y a no permitir que nos consuman. La ira puede ser un sentimiento destructivo que nos aleja de la paz y la armonía que Dios desea para nuestras vidas. Nos impide experimentar la plenitud del amor y la gracia de nuestro Señor.

Cuando nos dejamos llevar por la ira, corremos el riesgo de actuar de manera impulsiva y dañar a aquellos que nos rodean. La Biblia nos advierte en Proverbios 14.17: «El que se apresura a la ira, cometerá locuras». Por lo tanto, debemos ser conscientes de nuestras emociones y buscar la sabiduría divina para controlar nuestra ira.

En lugar de permitir que la ira nos controle, debemos aprender a perdonar. Jesús nos enseñó en Mateo 6.14-15: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas». El perdón es una poderosa herramienta que nos libera del peso de la ira y nos permite vivir en paz con nosotros mismos y con los demás.

Además, el Salmo 37.8 nos exhorta a no excitarnos de ninguna manera a hacer lo malo. Esto significa que debemos resistir la tentación de buscar venganza o de actuar de manera perjudicial hacia aquellos que nos han causado dolor o daño. En cambio, debemos confiar en que Dios es el justo Juez y que Él se encargará de hacer justicia en su tiempo perfecto.

El apóstol Pablo nos anima en Romanos 12.19-21: «No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal». Nuestra respuesta a la maldad no debe ser más maldad, sino mostrar amor y bondad.

Hermanos y hermanas, recordemos siempre que Dios es nuestro refugio y fortaleza. Él nos llama a vivir en paz y a confiar en su justicia. Aprendamos a dejar atrás la ira y a perdonar, sabiendo que Dios está obrando en nuestras vidas y en las vidas de aquellos que nos han ofendido.

En conclusión, el Salmo 37.8 nos recuerda la importancia de dejar la ira y el enojo, y de no excitar nuestro corazón a hacer lo malo. En lugar de buscar venganza, debemos aprender a perdonar y confiar en la justicia divina. Que este versículo sea un recordatorio constante para nosotros de vivir en paz y armonía con Dios y con nuestros semejantes.

Que la paz de nuestro Señor Jesucristo llene vuestros corazones y que podamos ser instrumentos de su amor y gracia en este mundo. Amén.

Salmo 37.8: «Deja la ira, y desecha el enojo; no te excites en manera alguna a hacer lo malo.»