Texto Bíblico: A los suyos vino y no le recibieron.
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy quiero compartir con ustedes una poderosa verdad que se encuentra en las Escrituras. Esta verdad nos habla sobre el rechazo que Jesús experimentó durante su ministerio terrenal. El texto bíblico que nos enfocaremos hoy es: “A los suyos vino y no le recibieron”. Esta frase, tan corta pero llena de significado, nos revela una realidad dolorosa pero también nos desafía a reflexionar sobre nuestra propia respuesta a Jesús.
Cuando leemos las Sagradas Escrituras, descubrimos que Jesús vino al mundo lleno de amor y gracia. Él vino a salvarnos, a liberarnos del pecado y a mostrarnos el camino hacia la vida eterna. Sin embargo, a pesar de su amor incomparable, muchos le rechazaron. Fueron sus propios compatriotas, aquellos que deberían haber sido los primeros en recibirle, los que le dieron la espalda.
Este rechazo no fue solo físico, sino también espiritual. Jesús vino a traer luz a un mundo sumido en la oscuridad, pero la mayoría prefirió quedarse en las tinieblas. No le recibieron en sus corazones ni en sus vidas. No le permitieron entrar y transformar sus existencias. En lugar de eso, le rechazaron y se aferraron a sus propias tradiciones y creencias.
¿Y qué hay de nosotros hoy? ¿Estamos abiertos a recibir a Jesús en nuestras vidas? ¿Le permitimos entrar y transformar nuestro ser? O, al igual que aquellos a los que se refiere el texto bíblico, ¿le estamos rechazando?
No podemos negar que hay momentos en los que también nosotros le cerramos la puerta a Jesús. Ya sea por nuestra falta de fe, nuestras distracciones o nuestros pecados, a veces nos alejamos de Él y le rechazamos. Pero la buena noticia es que Jesús nunca deja de buscar a aquellos que le rechazan. Él sigue llamando a nuestras puertas, esperando que le abramos y le permitamos entrar.
Queridos hermanos y hermanas, es momento de reflexionar sobre nuestra relación con Jesús. Es tiempo de dejar de rechazarle y comenzar a recibirle con brazos abiertos. Él nos ofrece amor incondicional, perdón y vida eterna. No hay mayor regalo que podamos recibir.
Recordemos que Jesús no solo vino por aquellos que le recibieron, sino también por aquellos que le rechazaron. Él murió en la cruz por nuestros pecados y resucitó al tercer día para darnos esperanza y vida nueva. No importa cuántas veces le hayamos rechazado en el pasado, Él está dispuesto a perdonarnos y guiarnos hacia un futuro lleno de bendiciones.
Entonces, ¿qué debemos hacer para recibir a Jesús en nuestras vidas? En primer lugar, debemos abrirle nuestras puertas y permitirle entrar. Esto implica confiar en Él, poner nuestra fe en sus promesas y rendirnos a su voluntad. Debemos apartar nuestros corazones de todo lo que nos aleja de Él y buscar una relación íntima y personal con nuestro Salvador.
En segundo lugar, debemos llevar una vida que demuestre que hemos recibido a Jesús. Nuestro testimonio debe ser un reflejo de su amor y gracia. Debemos ser luz en medio de la oscuridad, mostrando al mundo el poder transformador de Jesucristo. Solo así podremos cumplir el mandato que Él nos dejó de hacer discípulos de todas las naciones.
Queridos hermanos y hermanas, el texto bíblico “A los suyos vino y no le recibieron” nos desafía a examinar nuestras vidas y nuestra relación con Jesús. No permitamos que el rechazo sea nuestra respuesta. Abramos nuestras puertas y nuestros corazones a Él, y experimentemos el amor inagotable de nuestro Salvador.
Que cada día podamos recibir a Jesús en nuestras vidas y permitirle transformarnos. Que su gracia y su misericordia nos guíen y nos fortalezcan. Que podamos ser testigos vivos de su amor y llevar su mensaje de salvación a todos los rincones de la tierra.
Texto Bíblico: A los suyos vino y no le recibieron.
Amén.