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El Salmo 23.5: El Banquete que Prepara el Señor


Salmo 23.5 – «Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy nos adentramos en el Salmo 23, un hermoso poema de David que nos habla del cuidado y la provisión de nuestro buen Pastor. En este versículo en particular, encontramos una promesa poderosa que nos llena de esperanza y consuelo.

«Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores…» ¿Pueden imaginarse la escena? En medio de las dificultades y los problemas de la vida, el Señor se encarga de preparar una mesa para nosotros, una mesa llena de bendición y abundancia. No importa cuán grandes sean los obstáculos que enfrentemos, Dios siempre está dispuesto a darnos su provisión.

Permítanme compartir con ustedes una historia que ilustra esta promesa maravillosa. Hace muchos años, en un pequeño pueblo, vivía una mujer viuda y sus dos hijos. Esta familia pasaba por tiempos de gran escasez y angustia. La madre, desesperada por encontrar una solución, decidió pedir ayuda al pastor de la iglesia local.

El pastor, con un corazón compasivo, se acercó a la familia y les ofreció su apoyo. En lugar de simplemente darles dinero o alimentos, decidió organizar una cena especial para ellos. Preparó una mesa con los mejores platos y los invitó a compartir una noche de alegría y abundancia.

Cuando la madre y sus hijos entraron en la casa del pastor, se sorprendieron al ver la mesa preparada con tanto esmero. Sus rostros se iluminaron de alegría y gratitud al ver la provisión que Dios les había enviado a través de aquel hombre de fe. Aquella cena no solo les llenó el estómago, sino que también les llenó el corazón de esperanza y confianza en el cuidado de Dios.

Así como esta familia experimentó la provisión de Dios en medio de su angustia, también nosotros podemos confiar en que el Señor preparará una mesa para nosotros en presencia de nuestros angustiadores. Él sabe cómo cuidarnos y suplir todas nuestras necesidades.

Pero el Salmo no termina aquí, continúa diciendo: «Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando». Esta es otra imagen poderosa que nos muestra el amor y la provisión de Dios. El aceite representa la unción del Espíritu Santo, que nos fortalece y nos capacita para enfrentar cualquier dificultad que se nos presente. Cuando estamos llenos del Espíritu Santo, nuestro corazón se regocija y nuestra copa está rebosando de bendiciones.

Ahora, queridos hermanos y hermanas, les animo a reflexionar sobre este Salmo 23.5 y a aplicarlo a sus vidas. Si están pasando por momentos de angustia, si sienten que sus fuerzas se agotan, recuerden que el Señor está a su lado, preparando una mesa para ustedes. Confíen en que Él suplirá todas sus necesidades y les ungirá con su Espíritu Santo.

No importa cuán oscuro sea el valle en el que te encuentres, el Señor es tu buen Pastor y te guiará por sendas de justicia. No temas, porque aunque camines por el valle de sombra de muerte, Él estará contigo y su vara y su cayado te darán consuelo.

Al terminar esta reflexión, quiero recordarte una vez más las palabras del Salmo 23.5: «Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.» Que estas palabras llenen tu corazón de esperanza y confianza en el cuidado fiel de nuestro buen Pastor.

Que Dios les bendiga y les guíe siempre.

Salmo 23.5 – «Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.»