Versículo de La Samaritana: Encuentra la Verdad y la Vida Eterna
Versículo de La Samaritana: “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Juan 4:13-14, RVR 1960)
¡Bienvenidos, amados hermanos y hermanas en Cristo! Hoy quiero compartir con ustedes un pasaje bíblico que encierra un mensaje poderoso de salvación y esperanza. El versículo de La Samaritana, como es conocido popularmente, nos invita a reflexionar sobre el encuentro transformador que tuvo Jesús con una mujer samaritana en el pozo de Jacob.
En este pasaje, vemos a Jesús cansado del viaje y decidiendo descansar junto al pozo de Jacob en Sicar, una ciudad de Samaria. En ese momento, se acerca una mujer samaritana a sacar agua y Jesús le pide que le dé de beber. Esta petición sorprende a la mujer, ya que los judíos no solían relacionarse con los samaritanos debido a las diferencias culturales y religiosas.
Pero Jesús no se deja guiar por los prejuicios ni las divisiones humanas. Él ve más allá de las apariencias y conoce el anhelo profundo del corazón de cada persona. En medio de su conversación con la mujer samaritana, Jesús le revela que Él es el Mesías esperado, el Salvador del mundo.
Este encuentro es una poderosa lección para todos nosotros. Nos muestra que la salvación no está limitada por nuestras circunstancias, nuestra raza o nuestra procedencia. Jesús vino a ofrecer vida eterna y reconciliación con Dios a todos los que lo buscan de corazón sincero.
El agua que Jesús menciona en el versículo de La Samaritana es simbólica de la vida espiritual, de la satisfacción y la plenitud que solo Él puede brindar. El agua que saciamos temporalmente nuestra sed física, pero Jesús ofrece un agua que sacia nuestra sed espiritual para siempre.
Cuando Jesús dice: “mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás”, nos está invitando a dejar de buscar satisfacción en las cosas temporales y a encontrar nuestra verdadera satisfacción en Él. En el mundo actual, a menudo buscamos llenar nuestros vacíos con placeres fugaces, posesiones materiales o reconocimiento humano, pero solo Jesús puede llenar ese vacío en nuestro interior.
La mujer samaritana, al escuchar las palabras de Jesús, se maravilla y reconoce que Él es un profeta. Pero Jesús va más allá y se revela a sí mismo como el Mesías. Él le dice: “Yo soy, el que habla contigo” (Juan 4:26). Esta revelación transforma la vida de la mujer samaritana, quien deja su cántaro y corre a compartir la buena noticia con su pueblo.
Hermanos y hermanas, así como la mujer samaritana, Jesús nos invita a dejar atrás nuestras cargas y a correr a compartir el mensaje de salvación con los demás. Él nos llama a ser sus discípulos y a llevar el amor y la verdad a todos los rincones del mundo.
En este versículo de La Samaritana, Jesús nos muestra que Él es la fuente de agua viva, la única fuente que puede saciar nuestra sed espiritual y brindarnos vida eterna. No importa cuán sedientos estemos, cuántos errores hayamos cometido o cuántas veces hayamos buscado satisfacción en las cosas equivocadas, Jesús está dispuesto a recibirnos, perdonarnos y darnos una nueva vida en Él.
En conclusión, el versículo de La Samaritana nos recuerda que Jesús es la respuesta a nuestras necesidades más profundas. Él es la fuente de agua viva que sacia nuestra sed espiritual y nos ofrece vida eterna. No importa quiénes seamos, de dónde venimos o qué hayamos hecho, Jesús está esperando para encontrarse con nosotros y transformar nuestras vidas.
Que este pasaje bíblico sea un recordatorio constante de la gracia y el amor incondicional de Jesús en nuestras vidas. Que nos inspire a buscarlo cada día, a beber del agua viva que solo Él puede dar y a compartir esa bendición con aquellos que nos rodean.
Versículo de La Samaritana: “Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Juan 4:13-14, RVR 1960)
Que estas palabras de Jesús resuenen en nuestros corazones y nos impulsen a buscar la verdad y la vida eterna que solo Él puede ofrecer. Amén.