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Emaús: Revelación Divina en una Cita Bíblica


La Cita Bíblica de Emaús: Un encuentro transformador con Jesús

¡Saludos, amados hermanos y hermanas en Cristo! Hoy quiero compartir con ustedes una experiencia maravillosa que se relata en la Cita Bíblica de Emaús. Este pasaje nos muestra cómo un encuentro con Jesús puede transformar nuestras vidas y renovar nuestra fe. Permítanme sumergirnos en esta historia llena de esperanza y enseñanzas.

En Lucas 24:13-35, encontramos la Cita Bíblica de Emaús, donde dos discípulos caminaban tristes y desanimados después de la crucifixión de Jesús. Estos discípulos no reconocían que Jesús había resucitado, y su corazón estaba lleno de dudas y decepciones. En su camino, Jesús mismo se les acerca, pero sus ojos estaban velados y no podían reconocerlo.

Este pasaje nos enseña la importancia de mantener nuestros corazones abiertos a la presencia de Jesús en nuestras vidas. A menudo, nuestras circunstancias y preocupaciones pueden nublar nuestra visión espiritual, impidiéndonos ver la obra de Dios en medio de nuestros desafíos. Sin embargo, Jesús está siempre cerca, dispuesto a caminar junto a nosotros y revelarse de maneras sorprendentes.

Mientras caminan juntos, Jesús comienza a explicar las Escrituras a los discípulos, revelando cómo todo lo que había sucedido era parte del plan de Dios para la redención de la humanidad. A medida que escuchan sus palabras, sus corazones comienzan a arder dentro de ellos. Los discípulos experimentan una transformación interna, y poco a poco comienzan a reconocer a Jesús como su Salvador resucitado.

Este pasaje nos revela la importancia de sumergirnos en la Palabra de Dios. Cuando meditamos en las Escrituras, permitimos que el Espíritu Santo ilumine nuestras mentes y corazones, revelándonos verdades profundas y renovando nuestra fe. La Biblia es una fuente inagotable de sabiduría y consuelo, y nos ayuda a comprender la voluntad de Dios para nuestras vidas.

Finalmente, los discípulos llegan a Emaús y Jesús hace como si fuera a seguir su camino. Sin embargo, los discípulos le ruegan que se quede con ellos, ya que el encuentro con Jesús les había llenado de gozo y esperanza. Durante la cena, Jesús toma el pan, lo parte y se lo da a los discípulos, y en ese momento sus ojos se abren y le reconocen. En ese instante, Jesús desaparece de su vista.

Este momento de reconocimiento es clave en la Cita Bíblica de Emaús. Los discípulos comprenden que han caminado y compartido con el propio Jesús resucitado. Sus corazones llenos de dudas se transforman en corazones llenos de fe y alegría. Este encuentro con el Señor les impulsa a regresar a Jerusalén y compartir la buena noticia de la resurrección.

Hermanos y hermanas, ¿no es maravilloso saber que el mismo Jesús resucitado camina con nosotros en nuestras vidas diarias? Él está presente en cada momento, en cada desafío y en cada alegría. Aunque a veces no podamos verlo claramente, podemos confiar en que Él está a nuestro lado.

Al igual que los discípulos de Emaús, podemos experimentar un encuentro transformador con Jesús, donde nuestras dudas y temores se convierten en fe y gozo. Cuando abrimos nuestro corazón a Él, cuando meditamos en su Palabra y compartimos momentos de comunión, nuestros ojos espirituales se abren y reconocemos su presencia en nuestras vidas.

Queridos hermanos y hermanas, los invito a buscar a Jesús en cada aspecto de sus vidas. Permitan que su Palabra les guíe y consuele, y que su presencia les llene de gozo y esperanza. Que podamos decir con alegría: ¡Hemos visto al Señor!

En conclusión, la Cita Bíblica de Emaús nos inspira a mantener nuestros corazones abiertos a la presencia de Jesús en nuestras vidas. Nos enseña la importancia de sumergirnos en la Palabra de Dios y de reconocer a Jesús en cada momento de nuestras vidas. Que este pasaje nos anime a buscar a Jesús, a caminar con Él y a compartir la buena noticia de su resurrección. ¡Hemos visto al Señor!

Cita Biblica De Emaus

Lucas 24:13-35 (Reina-Valera 1960):

«13. Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén.

14. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido.

15. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos.

16. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen.

17. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes?

18. Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?

19. Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;

20. y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron.

21. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.

22. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro;

23. y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive.

24. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.

25. Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!

26. ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?

27. Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.

28. Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos.

29. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Y entró para quedarse con ellos.

30. Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio.

31. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista.

32. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?

33. Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos,

34. que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón.

35. Entonces ellos contaron lo que les había acontecido en el camino, y cómo le habían conocido en la fracción del pan.»