Cita Bíblica De La Mujer Samaritana
“Jesús le respondió: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.” (Juan 4:10, RVR)
La historia de la Mujer Samaritana es una de las más inspiradoras y significativas en la Biblia. En ella, encontramos a Jesús, el Hijo de Dios, acercándose a una mujer samaritana en el pozo de Jacob. A simple vista, puede parecer un encuentro casual, pero en realidad es mucho más que eso. Es un encuentro divino y transformador.
En aquel tiempo, los judíos y los samaritanos no se llevaban bien. Había una profunda división entre ellos debido a diferencias religiosas y culturales. Por eso, cuando Jesús le pide agua a esta mujer samaritana, ella queda sorprendida. No solo era inusual que un judío hablara con una samaritana, sino que además Jesús le ofrece algo más que agua ordinaria. Él le ofrece agua viva, un don de Dios.
La mujer samaritana no entiende completamente lo que Jesús le está diciendo en ese momento, pero su curiosidad es despertada. Ella le pregunta cómo puede obtener esa agua viva y Jesús le responde: “El que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Juan 4:13-14, RVR)
Esta respuesta de Jesús es poderosa y reveladora. Él está hablando de algo más que agua física. Está hablando del agua espiritual, del agua que satisface el alma y que trae vida eterna. Esta es una invitación a dejar de buscar satisfacción en cosas temporales y a encontrarla en Jesús, quien es la fuente de agua viva.
La mujer samaritana, impresionada por las palabras de Jesús, le pide que le dé de esa agua viva para que ya no tenga sed ni tenga que venir al pozo a buscar agua. Jesús le responde: “Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.” (Juan 4:16-18, RVR)
En ese momento, Jesús revela a esta mujer samaritana que él conoce toda su historia, incluso los detalles más íntimos de su vida. Pero no lo hace para avergonzarla o condenarla, sino para mostrarle su amor y su poder de transformación. Jesús le demuestra que él es el Mesías, aquel que puede satisfacer todas sus necesidades y perdonar todos sus pecados.
La reacción de la mujer samaritana es asombrosa. Ella reconoce que Jesús es un profeta y le hace preguntas sobre la adoración a Dios. Jesús le responde: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Juan 4:24, RVR)
Con estas palabras, Jesús nos enseña que la verdadera adoración no se trata de un lugar físico o de rituales externos, sino de un corazón sincero y entregado a Dios. La adoración no está limitada a un templo o a una forma específica de adorar, sino que es un estilo de vida que se vive en comunión con Dios.
La historia de la Mujer Samaritana nos enseña muchas lecciones importantes. Nos muestra que Jesús está dispuesto a acercarse a aquellos que el mundo considera impuros o indignos. Nos muestra que Jesús conoce nuestras vidas y nuestros pecados, pero aún así nos ama y nos ofrece su perdón y su gracia. Nos muestra que Jesús es la fuente de agua viva que satisface nuestras almas sedientas. Y nos muestra que la verdadera adoración es aquella que se vive en espíritu y en verdad.
Así que, al igual que la Mujer Samaritana, podemos acercarnos a Jesús con nuestras sedes y anhelos más profundos. Podemos beber del agua viva que él nos ofrece y encontrar la satisfacción y la vida eterna que solo él puede dar. No importa quiénes somos o cuáles sean nuestros errores, Jesús está dispuesto a recibirnos y a transformarnos.
Que la historia de la Mujer Samaritana nos inspire a buscar a Jesús con todo nuestro corazón, a recibir su agua viva y a vivir una vida de adoración sincera y entregada a él.
Cita Bíblica De La Mujer Samaritana
“Jesús le respondió: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.” (Juan 4:10, RVR)