Conéctate Con Dios

Fortaleza divina: Salmos 18:1, un canto de alabanza y protección


Salmos 18:1 – «Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en Él confiaré; mi escudo, y el cuerno de mi salvación, mi altura.»

¡Queridos hermanos y hermanas en Cristo! Hoy quiero compartir con ustedes una poderosa verdad que se encuentra en el Salmo 18:1. Este versículo nos recuerda la importancia de amar a Dios y confiar en Él en todo momento. Nos muestra cómo Dios es nuestra fortaleza, nuestra roca y castillo, nuestro libertador y escudo. ¡Qué maravillosa promesa para aferrarnos en medio de las dificultades y desafíos de la vida!

Amados, el primer aspecto que quiero resaltar es el amor que debemos tener hacia nuestro Señor. El salmista David comienza este hermoso salmo expresando su amor y adoración a Dios. Él declara: «Te amo, oh Jehová». Esta declaración de amor es un ejemplo para todos nosotros. Nuestro amor por Dios debe ser incondicional, sincero y constante. Debemos amarlo con todo nuestro corazón, alma y mente. Nuestro amor por Él debe ser el motor que nos mueve a buscarlo, obedecerlo y seguir sus caminos.

Al amar a Dios, también reconocemos quién es Él en nuestras vidas. El salmista proclama: «Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador». Dios es nuestra roca, la base sólida sobre la cual podemos edificar nuestras vidas. Él es nuestro castillo, nuestra fortaleza segura donde encontramos refugio y protección. Él es nuestro libertador, aquel que nos libra de todo mal y nos da la victoria sobre nuestras batallas. No importa cuán grandes sean nuestras dificultades o cuán poderosos sean nuestros enemigos, Dios es más grande y más poderoso. En Él encontramos seguridad y salvación.

Además, el salmista declara: «Dios mío, fortaleza mía, en Él confiaré; mi escudo, y el cuerno de mi salvación, mi altura». Confianza, esa es la clave. Debemos confiar en Dios en todo momento y en todas las circunstancias. Él es nuestra fortaleza, la fuente de nuestra fuerza y valentía. Él es nuestro escudo, aquel que nos protege de los ataques del enemigo. Él es el cuerno de nuestra salvación, aquel que nos levanta y nos da la victoria. En Dios encontramos nuestra altura, nuestra exaltación y nuestro propósito. Cuando confiamos plenamente en Él, no hay límites para lo que podemos lograr.

Queridos hermanos y hermanas, cada vez que enfrentemos desafíos, luchas o momentos de dificultad, recordemos el Salmo 18:1. Recordemos que Dios es nuestra fortaleza, nuestra roca y castillo, nuestro libertador y escudo. Amémoslo con todo nuestro ser, confiemos en Él y dejemos que Él sea nuestra guía en cada paso que demos.

En conclusión, el Salmo 18:1 es una poderosa declaración de amor y confianza hacia nuestro Dios. Nos recuerda quién es Él en nuestras vidas y nos anima a amarlo y confiar en Él en todo momento. Que este salmo sea nuestro lema y que nuestras vidas reflejen el amor y la confianza que tenemos en nuestro Señor. ¡Dios es nuestra fortaleza! ¡Dios es nuestra roca y castillo! ¡Dios es nuestro libertador y escudo! ¡En Él confiaremos!

Salmos 18:1 – «Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en Él confiaré; mi escudo, y el cuerno de mi salvación, mi altura.»

Que estas palabras nos inspiren y nos motiven a amar y confiar en nuestro Dios cada día más. ¡Amén y amén!

Salmos 18:1 – «Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en Él confiaré; mi escudo, y el cuerno de mi salvación, mi altura.»