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Fortaleza y refugio en el Salmo 28:7-8: ¡El Señor es mi ayuda y escudo!


Salmos 28:7-8 – “Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré. Jehová es la fortaleza de su pueblo, y el refugio salvador de su ungido.”

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes un pasaje poderoso de la Palabra de Dios que nos llena de esperanza y nos recuerda la grandeza de nuestro Señor. Salmos 28:7-8 es un recordatorio de que nuestro Dios es nuestra fortaleza y nuestro escudo, en quien podemos confiar plenamente.

En este mundo lleno de desafíos, dificultades y tribulaciones, es fácil sentirse abrumado y desesperado. Pero debemos recordar que tenemos a un Dios todopoderoso que está dispuesto a ayudarnos en todo momento. Él es nuestra fortaleza, nuestra roca firme en tiempos de tormenta. No importa cuán difíciles sean las circunstancias que enfrentemos, podemos confiar en que Dios está con nosotros.

Cuando confiamos en el Señor, nuestras cargas son aligeradas y encontramos consuelo en su presencia. Nuestro corazón se regocija en el amor y la fidelidad de Dios. Él nos ayuda en nuestras debilidades y nos sostiene cuando nos sentimos débiles. No hay nada que nuestro Padre celestial no pueda hacer por nosotros.

Alabemos al Señor con cánticos de gratitud y alabanza. Cantemos con gozo y adoración, reconociendo su poder y su amor inagotable. Nuestro Dios es digno de toda alabanza y honor, y debemos darle gracias por su fidelidad constante.

No solo somos fortalecidos individualmente por la presencia de Dios en nuestras vidas, sino que también somos parte de un pueblo elegido y amado por Él. Jehová es la fortaleza de su pueblo, y como comunidad de creyentes, encontramos refugio y salvación en Él. Somos unidos por el amor de Cristo y podemos apoyarnos mutuamente en tiempos de necesidad.

Nuestro Dios es fiel y nunca nos abandonará. Él es nuestro escudo protector, guardándonos de todo mal y peligro. Podemos confiar en su guía y dirección en cada paso que damos. No importa cuán oscuro sea el camino que enfrentamos, Dios es nuestra luz y nuestro refugio seguro.

Queridos hermanos y hermanas, que estas palabras de Salmos 28:7-8 resuenen en nuestros corazones hoy y siempre. Que nos recuerden el amor y la fidelidad de nuestro Dios, y nos inspiren a confiar en Él en todas las circunstancias de la vida.

Incluso cuando nos enfrentamos a desafíos aparentemente insuperables, recordemos que Dios está con nosotros. Él nos fortalece, nos protege y nos guía en todo momento. Pongamos nuestra confianza en Él y experimentemos la paz y la alegría que solo Él puede brindar.

¡Alabemos al Señor con todo nuestro ser! Que nuestras vidas sean un testimonio viviente de su grandeza y amor. Sigamos confiando en la fortaleza y el escudo de nuestro Dios, porque en Él encontramos salvación y esperanza eterna.

Salmos 28:7-8 – “Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré. Jehová es la fortaleza de su pueblo, y el refugio salvador de su ungido.”

Que estas palabras sean una fuente de inspiración y aliento en tu vida. Que te recuerden que no estás solo, que tienes un Dios poderoso que está contigo en cada paso del camino. Confía en Él, alábale y encuentra refugio en su amor eterno.

Que el Señor te bendiga y te guarde siempre.

Salmos 28:7-8 – “Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré. Jehová es la fortaleza de su pueblo, y el refugio salvador de su ungido.”