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Gloria eterna: Salmos 145:1 revela la grandeza divina


Salmos 145:1 – «Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.»

Queridos hermanos y hermanas, hoy quiero compartir con ustedes una poderosa declaración de adoración y alabanza que encontramos en el Salmo 145:1. Este versículo nos invita a exaltar y bendecir el nombre de nuestro Dios, quien es nuestro Rey eterno.

Cuando leemos este verso, podemos imaginar al salmista, con un corazón lleno de gratitud y admiración, levantando su voz ante el Señor. Él no se limita a decirle a Dios que lo exaltará, sino que también le asegura que lo bendecirá eternamente y para siempre. ¡Qué hermosa manera de expresar su amor y devoción hacia Dios!

Hermanos y hermanas, este versículo nos inspira a seguir el ejemplo del salmista. Nos invita a elevar nuestra voz y adorar al Señor con todo nuestro ser. No importa cuáles sean las circunstancias que estemos enfrentando en este momento, debemos recordar que Dios es digno de toda nuestra alabanza y honor.

En este mundo lleno de altibajos, es fácil caer en la tristeza, la preocupación o el desánimo. Pero cuando nos detenemos a reflexionar en el poder y la grandeza de nuestro Dios, todo cambia. Nuestro enfoque se desplaza de nuestros problemas a la inmensidad de su gloria. Y en este lugar de adoración y alabanza, encontramos consuelo, fortaleza y esperanza.

Queridos hermanos y hermanas, al exaltar y bendecir el nombre de Dios, estamos reconociendo su soberanía y su amor incondicional. Estamos declarando que Él es el Rey de nuestras vidas, el que tiene el control absoluto sobre todo. En momentos de dificultad, podemos confiar en que Él tiene un plan perfecto para nosotros y que nunca nos abandonará.

Además, al alabar a Dios, estamos recordando sus maravillosas obras y su fidelidad constante. Salmos 145:3 dice: «Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; y su grandeza es inescrutable.» Nuestro Dios es grande en todo sentido, y su grandeza no tiene límites. No hay nada que esté más allá de su comprensión o capacidad. Él es poderoso para hacer lo imposible y fiel para cumplir todas sus promesas.

Cuando reconocemos y alabamos las obras de Dios en nuestras vidas, estamos avivando la llama de nuestra fe. Estamos recordando que Él es el mismo Dios que ha obrado milagros en el pasado y que seguirá obrando en el presente y en el futuro. Nuestra fe se fortalece al recordar todas las veces que Dios nos ha sostenido, sanado, provisto y guiado en nuestro caminar con Él.

Por eso, amados hermanos y hermanas, los invito a que en este momento levantemos nuestras voces y exaltemos al Señor. No importa cuáles sean nuestras circunstancias, Él es digno de toda nuestra alabanza. Que nuestras palabras y acciones reflejen un corazón agradecido y adorador, rendido ante la grandeza de nuestro Rey eterno.

Que nuestro clamor de alabanza resuene en los cielos y alcance el trono de Dios. Que nuestro amor y devoción hacia Él se manifiesten en todo lo que hacemos. Y que, al bendecir su nombre eternamente y para siempre, experimentemos la paz y la alegría que solo Él puede dar.

En conclusión, hermanos y hermanas, recordemos las palabras del Salmo 145:1: «Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.» Que estas palabras se conviertan en nuestra declaración diaria, nuestro testimonio de amor y adoración hacia el Dios que nos ama y nos cuida. ¡Exaltemos y bendigamos su nombre en todo tiempo y lugar!

Salmos 145:1 – «Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.»