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La Ascensión de Jesús: Un Versículo que Ilumina Nuestro Camino


La Ascensión de Jesús: Un Momento de Esperanza y Promesa

La Ascensión de Jesús es uno de los eventos más significativos en la vida de nuestro Señor. En este acto glorioso, Jesús subió al cielo, dejando atrás su presencia física en la tierra. Este acontecimiento, conocido como la Ascensión de Jesús, está registrado en el libro de Hechos de los Apóstoles en la Biblia. En el capítulo 1, versículo 9, leemos: «Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube, que le ocultó de sus ojos» (Hechos 1:9, RV).

La Ascensión de Jesús es un recordatorio poderoso de su divinidad y de su victoria sobre la muerte y el pecado. Fue una muestra de su poder y autoridad sobre todas las cosas. A través de su ascensión, Jesús nos dejó un legado de esperanza y promesa.

En primer lugar, la Ascensión de Jesús nos brinda la esperanza de una vida más allá de esta tierra. Jesús nos prometió que volvería para llevarnos con Él. En Juan 14:3, Jesús dijo: «Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis» (Juan 14:3, RV). Esta promesa nos llena de gozo y nos da la seguridad de que un día estaremos con Él en el cielo.

La Ascensión de Jesús también nos recuerda que tenemos un intercesor fiel en el cielo. Después de su ascensión, Jesús se sentó a la diestra de Dios Padre, donde intercede por nosotros. En Hebreos 7:25 leemos: «Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se allegan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos» (Hebreos 7:25, RV). Saber que Jesús está intercediendo por nosotros nos llena de confianza y nos anima a acercarnos a Dios con valentía y humildad.

Además, la Ascensión de Jesús nos asegura que un día recibiremos su Espíritu Santo. En Juan 16:7, Jesús dijo: «Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré» (Juan 16:7, RV). El Espíritu Santo es nuestro guía y consolador, quien nos fortalece y nos capacita para vivir una vida conforme a la voluntad de Dios. Es una bendición saber que tenemos el poder del Espíritu Santo en nuestras vidas gracias a la Ascensión de Jesús.

La Ascensión de Jesús también nos desafía a vivir una vida centrada en la eternidad. En Colosenses 3:1-2 leemos: «Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra» (Colosenses 3:1-2, RV). Como seguidores de Jesús, debemos recordar constantemente que nuestra ciudadanía está en el cielo y que nuestra verdadera recompensa se encuentra en Él. La Ascensión de Jesús nos llama a vivir una vida de santidad y servicio, enfocados en el reino de Dios.

En conclusión, la Ascensión de Jesús es un evento de gran importancia en la vida de todo creyente. Nos llena de esperanza, nos recuerda la fidelidad de Jesús como nuestro intercesor y nos desafía a vivir una vida centrada en el reino de Dios. A través de su ascensión, Jesús nos dejó un legado de promesa y nos aseguró que un día estaremos con Él en el cielo. Que la Ascensión de Jesús sea un recordatorio constante de nuestra esperanza y una motivación para vivir una vida conforme a su voluntad.

¡Gloria a Dios por la Ascensión de Jesús!

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