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La bendición del Señor en la boca del justo


Salmos 37:21 (Reina Valera) – «El impío toma prestado y no paga; más el justo tiene misericordia, y da.»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy nos encontramos una vez más para reflexionar sobre la Palabra de Dios y dejarnos inspirar por su sabiduría. En esta ocasión, nos centraremos en el versículo 21 del Salmo 37, un pasaje que nos enseña una valiosa lección sobre la justicia y la misericordia divina.

En este versículo, el salmista nos muestra dos caminos opuestos que podemos elegir en nuestra vida: el camino del impío y el camino del justo. El impío, como nos dice el Salmo, toma prestado y no paga, lo cual refleja su falta de integridad y su falta de compromiso con sus responsabilidades y obligaciones. Por otro lado, el justo, guiado por la misericordia de Dios, muestra generosidad y honradez.

¿Qué nos enseña esto acerca de nuestro papel como creyentes? La respuesta se encuentra en la segunda parte del versículo: «más el justo tiene misericordia, y da». Aquí se destaca la importancia de vivir una vida justa y compasiva, en la que estemos dispuestos a ayudar a los demás y a cumplir nuestras promesas.

En nuestro mundo actual, a menudo nos encontramos con situaciones en las que las personas se aprovechan de los demás y no cumplen con sus compromisos. Puede ser tentador seguir el camino del impío, buscar el beneficio propio sin importar las consecuencias para los demás. Sin embargo, como seguidores de Cristo, estamos llamados a ser diferentes.

La justicia y la misericordia son valores fundamentales en el Reino de Dios. Nuestro Señor nos ha mostrado el ejemplo perfecto de cómo vivir una vida justa y compasiva, entregándose a sí mismo por amor a nosotros en la cruz. Siguiendo su ejemplo, también debemos esforzarnos por vivir vidas justas y compasivas, mostrando misericordia y generosidad hacia los demás.

En nuestra vida cotidiana, esto puede manifestarse de muchas maneras. Podemos ser justos en nuestras transacciones comerciales, pagando nuestras deudas y cumpliendo nuestras promesas. Podemos ser misericordiosos al perdonar a aquellos que nos han hecho daño y al ayudar a aquellos que están necesitados. Podemos ser generosos al compartir nuestros recursos con los demás y al brindar apoyo y consuelo a los afligidos.

Queridos hermanos y hermanas, recordemos siempre que nuestra vida es un testimonio del amor y la gracia de Dios. Cuando vivimos vidas justas y compasivas, estamos reflejando la imagen de Cristo en nosotros y compartiendo su amor con el mundo. No debemos temer seguir este camino, incluso cuando otros elijan el camino del impío. Dios nos promete que seremos bendecidos y que nuestra justicia será recompensada.

En conclusión, recordemos siempre las palabras del Salmo 37:21: «El impío toma prestado y no paga; más el justo tiene misericordia, y da». Sigamos el camino del justo, viviendo vidas de justicia y compasión, reflejando el amor y la gracia de Dios en todo lo que hacemos. Confíemos en que Dios nos bendecirá y nos recompensará por nuestra fidelidad.

Que el Señor nos guíe y fortalezca en nuestro camino, y que nuestra vida sea un testimonio vivo de su amor y misericordia. Amén.

Salmos 37:21 (Reina Valera) – «El impío toma prestado y no paga; más el justo tiene misericordia, y da.»