Cita Bíblica de la Creación: Génesis 1:1-2
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”.
¡Bienvenidos, amados hermanos y hermanas en Cristo! Hoy nos encontramos aquí para reflexionar sobre la poderosa Cita Bíblica de la Creación. En este pasaje, encontramos la base fundamental de nuestra fe, el momento en que Dios creó todo lo que existe.
El libro de Génesis nos muestra el poder y la majestuosidad de nuestro Creador. En el versículo inicial, se nos revela que Dios creó los cielos y la tierra. ¡Imaginen el asombro que esto debe haber causado! El solo hecho de pensar en la magnitud de este acto nos llena de admiración y gratitud hacia nuestro Dios.
Sin embargo, no podemos pasar por alto el estado en que se encontraba la tierra en ese momento. El texto nos dice que estaba desordenada y vacía, sumida en tinieblas. Pero aquí es donde la grandeza de nuestro Dios se muestra aún más. En medio de ese caos, el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas, preparándose para dar vida y forma a todo lo creado.
Amados hermanos y hermanas, esto nos enseña una gran lección. A veces, en nuestra vida, podemos sentirnos desordenados y vacíos, sumidos en la oscuridad de las circunstancias difíciles. Pero debemos recordar que, al igual que en la creación, el Espíritu de Dios está presente en nuestra vida, moviéndose para traer orden, plenitud y luz a nuestras tinieblas.
Continuando con la Cita Bíblica de la Creación, nos adentramos en los siguientes versículos donde Dios comienza a dar forma a su creación. En cada día de la semana, Dios separa la luz de las tinieblas, crea los cielos, los mares, la vegetación, los astros, los animales y, finalmente, al hombre y la mujer a su propia imagen y semejanza.
Es impresionante contemplar la diversidad y la belleza de todo lo creado por Dios. Cada detalle, cada ser viviente, ha sido hecho con un propósito y una perfección únicos. Somos testigos de la obra maestra de nuestro Creador en cada puesta de sol, en la majestuosidad de las montañas y en la delicadeza de una flor.
Amados hermanos y hermanas, al recordar la Cita Bíblica de la Creación, debemos reconocer nuestra responsabilidad como seres humanos. Dios nos ha dado el dominio sobre la tierra y nos ha llamado a cuidar y preservar su creación. No debemos olvidar que somos mayordomos de lo que Dios nos ha dado y tenemos la tarea de ser buenos administradores de todo lo que nos rodea.
En conclusión, la Cita Bíblica de la Creación nos revela el poder, la sabiduría y el amor inmenso de nuestro Dios. Él nos creó con un propósito único y nos ha dado la responsabilidad de cuidar y preservar su creación. En medio de cualquier caos o desorden en nuestras vidas, podemos confiar en que el Espíritu de Dios está presente, moviéndose para traer luz y orden.
Que esta Cita Bíblica de la Creación sea una constante fuente de inspiración y fortaleza en nuestra vida diaria. Que recordemos siempre que somos imagen y semejanza de nuestro Creador, y que tenemos la responsabilidad de cuidar y amar todo lo que nos rodea.
Cita Bíblica de la Creación: Génesis 1:1-2
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”.
Que el mensaje de esta Cita Bíblica de la Creación permanezca en nuestros corazones y nos motive a vivir de acuerdo con el propósito divino. Como hijos e hijas de Dios, tenemos la responsabilidad de cuidar y amar toda su creación, reconociendo su grandeza y majestuosidad en todo lo que nos rodea.
Cita Bíblica de la Creación: Génesis 1:1-2
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”.
En este pasaje bíblico, encontramos el fundamento de nuestra fe, la revelación de un Dios creador y amoroso. Que la Cita Bíblica de la Creación sea para nosotros un recordatorio constante de la grandeza de nuestro Dios y de nuestra responsabilidad como sus hijos e hijas. Amén.