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La grandeza del universo en Salmo 8:3


Salmo 8:3: «Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste.»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy quiero compartir con ustedes un pasaje bíblico que nos lleva a maravillarnos ante la grandeza de nuestro Dios. El Salmo 8:3 nos invita a contemplar la obra de sus manos en los cielos, en la luna y en las estrellas que Él mismo formó. Es un recordatorio poderoso de la magnificencia de nuestro Creador y de su amor hacia nosotros, sus hijos.

Cuando miramos hacia arriba y contemplamos el vasto cielo estrellado, nos encontramos frente a frente con la grandeza de Dios. Cada estrella que brilla en la oscuridad de la noche es una muestra de su poder y su sabiduría infinitos. El Salmo 19:1 nos dice: «Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos». Cada rincón del universo proclama la grandeza de nuestro Creador, recordándonos su amor y cuidado constante por nosotros.

La luna, ese objeto celestial que ilumina nuestras noches, es otro testimonio de la bondad de Dios. Él la creó para que nos guiara en la oscuridad y nos recordara que siempre hay luz en medio de las tinieblas. La luna nos habla de su fidelidad y de su amor inagotable. En Isaías 30:26 leemos: «La luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días, el día en que el Señor venda la herida de su pueblo y cure la llaga que le hizo».

El Salmo 8:3 también nos muestra que somos parte de la creación de Dios. Él nos ha creado a su imagen y semejanza, y nos ha dado dominio sobre todas las cosas. Nos ha confiado la responsabilidad de cuidar y preservar su creación, de ser mayordomos fieles de lo que Él nos ha dado. Esta es una tarea sagrada que debemos llevar a cabo con amor y respeto por todo lo que Dios ha creado. En Génesis 1:28 encontramos estas palabras: «Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra».

Es importante recordar que Dios es el autor y dueño de toda la creación. Él nos ha permitido disfrutarla y ser partícipes de ella, pero siempre debemos reconocer su supremacía y darle la gloria que le corresponde. En Romanos 11:36 leemos: «Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén».

Queridos hermanos y hermanas, el Salmo 8:3 nos invita a elevar nuestros ojos hacia el cielo y reflexionar sobre la grandeza de nuestro Dios. En medio de las preocupaciones y dificultades de la vida diaria, es fácil perder de vista la magnificencia de su creación y el amor que nos tiene. Pero cuando nos detenemos a contemplar el cielo estrellado, la luna radiante y las estrellas que brillan, recordamos que Dios está a nuestro lado en todo momento.

Que esta verdad nos inspire a vivir cada día en gratitud y asombro por la obra de sus manos. Que nuestra adoración sea constante y sincera, reconociendo que somos sus hijos amados y que Él nos ha creado con un propósito único. Recordemos siempre las palabras del Salmo 8:3: «Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste».

Dios les bendiga abundantemente.

Salmo 8:3: «Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste».