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La impactante verdad del Salmo 22:14 revela el misterio de la crucifixión


Salmo 22:14 – «Como agua he sido derramado, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas.»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes un pasaje de la Biblia que nos invita a reflexionar sobre la angustia y el sufrimiento que Jesús enfrentó en la cruz. El Salmo 22:14 nos revela una imagen impactante de cómo nuestro Señor fue derramado como agua y cómo sus huesos se descoyuntaron. Es un versículo que nos muestra la intensidad de la agonía que Jesús experimentó por amor a cada uno de nosotros.

En este salmo, David, el autor inspirado por el Espíritu Santo, expresa de manera profética los sufrimientos y la humillación que Jesús padecería en la cruz. Es asombroso cómo estas palabras escritas hace siglos se cumplen a la perfección en la vida de nuestro Salvador. Jesús, el Hijo de Dios, sufrió en su cuerpo y en su alma para redimirnos del pecado y abrirnos las puertas de la salvación.

Reflexionemos por un momento en la imagen descrita en este versículo. El agua derramada nos habla de una vida entregada, de una ofrenda total. Jesús no retuvo nada para sí mismo, sino que se derramó completamente por nosotros. Cada gota de su sangre fue derramada para lavar nuestros pecados y reconciliarnos con Dios. Él se convirtió en el cordero sacrificado, el sacrificio perfecto que nos libra de toda condenación.

Continuando con el versículo, nos encontramos con la descripción de cómo todos los huesos de Jesús se descoyuntaron. Esta imagen nos habla de un sufrimiento extremo, de una angustia sin igual. Jesús soportó el peso de nuestros pecados y experimentó el abandono de Dios Padre en ese momento. Su cuerpo fue quebrantado y su corazón se derritió como cera en medio de sus entrañas. Todo esto lo hizo por amor a nosotros, para que pudiéramos ser restaurados y tener vida eterna.

Queridos hermanos y hermanas, al contemplar la profundidad del sufrimiento de Jesús en la cruz, somos invitados a reflexionar sobre nuestro propio caminar cristiano. ¿Estamos dispuestos a enfrentar las dificultades y a seguir a Jesús con entrega total? ¿Estamos dispuestos a ser derramados como agua por amor a los demás? Jesús nos dejó un ejemplo perfecto de entrega y sacrificio, y es en Él que encontramos la fortaleza y el consuelo para enfrentar las pruebas de la vida.

En momentos de dolor y sufrimiento, recordemos el Salmo 22:14 y pongamos nuestra confianza en el Señor. Él nos fortalecerá y nos sostendrá en medio de las tempestades. Así como Jesús fue derramado como agua, también nosotros podemos ser instrumentos de bendición y de amor para los demás. Sigamos su ejemplo y dejemos que su Espíritu fluya a través de nosotros, compartiendo el amor y la esperanza que solo Él puede dar.

En conclusión, el Salmo 22:14 nos muestra la intensidad del sufrimiento que Jesús enfrentó en la cruz por amor a nosotros. Nos invita a reflexionar sobre nuestra propia entrega y disposición para seguir a Jesús en todo momento. Que este pasaje nos inspire a vivir una vida de fe, confiando en el Señor en medio de las pruebas y compartiendo su amor con aquellos que nos rodean. Recordemos siempre que Jesús se derramó como agua por nosotros, y en su sacrificio encontramos la redención y la esperanza eterna.

Salmo 22:14 – «Como agua he sido derramado, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas.»

Que estas palabras permanezcan en nuestros corazones y nos impulsen a vivir una vida de entrega y amor, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

Salmo 22:14 – «Como agua he sido derramado, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas.»