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La Oveja Perdida: Conmovedora historia bíblica


La Oveja Perdida: Encuentra Esperanza en la Misericordia Divina

Hermanos y hermanas en Cristo, hoy nos reunimos para reflexionar sobre una de las más hermosas parábolas que nuestro Señor Jesucristo nos dejó como enseñanza: La Oveja Perdida. En esta parábola, Jesús nos muestra el inmenso amor y la misericordia que Dios tiene por cada uno de nosotros, sin importar cuán perdidos podamos estar.

La parábola de La Oveja Perdida se encuentra en el libro de Lucas, capítulo 15, versículos 1 al 7. En ella, Jesús nos relata la historia de un pastor que tenía cien ovejas, y una de ellas se perdió. El pastor, en lugar de darla por perdida, deja las noventa y nueve ovejas en el desierto y va en busca de la que se extravió. Después de mucho buscar, la encuentra y, lleno de alegría, la carga sobre sus hombros y regresa a su hogar. Al llegar, llama a sus amigos y vecinos para que se alegren con él, porque ha encontrado a su oveja perdida.

Esta poderosa parábola nos enseña varias lecciones fundamentales. En primer lugar, nos muestra el amor y la compasión de Dios. Así como el pastor no se conformó con el hecho de que tenía noventa y nueve ovejas a salvo, sino que se preocupó y buscó incansablemente a la que se había perdido, Dios también nos busca y anhela nuestra salvación. No importa cuánto nos hayamos alejado o cuán perdidos nos sintamos, Dios está dispuesto a dejarnos sus noventa y nueve ovejas y venir en busca de nosotros.

En segundo lugar, La Oveja Perdida nos enseña acerca del valor que Dios da a cada uno de nosotros. A veces, podemos sentirnos insignificantes o sin importancia en medio de la multitud. Sin embargo, esta parábola nos recuerda que cada vida es valiosa para Dios. Él nos conoce por nuestro nombre, nos ama incondicionalmente y está dispuesto a hacer lo que sea necesario para encontrarnos y guiarnos de vuelta a su redil.

Asimismo, esta parábola nos habla del gozo que hay en el cielo cuando un pecador se arrepiente. Jesús nos dice en el versículo 7: «Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento». Imaginemos el regocijo que se experimenta en la presencia de Dios cada vez que un alma perdida es rescatada y encuentra la salvación en Cristo. No importa cuánto hayamos pecado o cuán lejos hayamos llegado, el arrepentimiento genuino nos conduce a esa alegría celestial que solo se encuentra en la reconciliación con Dios.

Hermanos y hermanas, La Oveja Perdida nos invita a reflexionar sobre nuestra propia relación con Dios. ¿Nos hemos alejado de su amor y de su camino? ¿Nos hemos extraviado en el desierto de la vida y necesitamos ser rescatados? La buena noticia es que Dios está dispuesto a buscarnos y recibirnos con brazos abiertos. Solo necesitamos reconocer nuestra condición de ovejas perdidas y aceptar su amor y su perdón.

En conclusión, recordemos siempre que Dios es el buen Pastor que busca a la oveja perdida. No importa cuán lejos nos hayamos alejado, cuán perdidos nos sintamos o cuántos errores hayamos cometido, Dios está ahí, esperándonos con amor y misericordia. No hay pecado tan grande que su gracia no pueda perdonar, ni herida tan profunda que su amor no pueda sanar.

Hermanos y hermanas, en esta parábola encontramos esperanza y consuelo. Que cada uno de nosotros pueda experimentar la alegría de ser encontrados por el buen Pastor y regresar a su rebaño. Aceptemos su amor y su perdón, y vivamos en obediencia a su palabra.

Que el Señor nos bendiga y nos guíe en nuestro camino de regreso a su redil. Amén.

La Oveja Perdida Cita Biblica – Lucas 15:1-7

«1 Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle,
2 y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come.
3 Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:
4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
5 Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;
6 y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.
7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.»