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La promesa divina: Salmos 2:7 revela el ungimiento eterno


Salmos 2:7 – «Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy quiero compartir con ustedes una palabra poderosa que se encuentra en el Salmo 2:7. Este versículo nos revela la relación especial que Dios tiene con su Hijo Jesucristo. Es una declaración divina de paternidad y herencia que trasciende cualquier otra relación humana. Permítanme sumergirnos en la profundidad de estas palabras y encontrar aliento y fortaleza en ellas.

En primer lugar, el Salmo 2:7 comienza con las palabras: «Yo publicaré el decreto». Estas palabras nos muestran que el mensaje que sigue es de suma importancia y debe ser proclamado al mundo entero. Dios está revelando su propósito y plan para la humanidad a través de su Hijo. Es una declaración trascendental que merece nuestra atención y reverencia.

Luego, el versículo continúa diciendo: «Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú». Aquí vemos una clara afirmación de la relación única entre Dios y Jesús. Jesús es el Hijo de Dios, engendrado por el Padre desde antes de la fundación del mundo. Esta relación íntima y eterna nos muestra el amor inmenso que Dios tiene por nosotros al enviar a su Hijo a morir por nuestros pecados.

Es importante destacar que esta declaración de paternidad también se extiende a nosotros, los creyentes en Cristo. A través de nuestra fe en Jesús, somos adoptados como hijos de Dios y herederos de su reino. En Gálatas 4:7, el apóstol Pablo nos recuerda: «Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo». Esta es una verdad asombrosa y nos llena de gozo saber que tenemos un Padre celestial que nos ama y cuida de nosotros.

Finalmente, el Salmo 2:7 concluye con las palabras: «Yo te engendré hoy». Estas palabras nos hablan del momento en que Jesús fue concebido en el vientre de María por obra del Espíritu Santo. Es el cumplimiento de las profecías y promesas del Antiguo Testamento. Jesús, el Hijo de Dios, nació en este mundo como un niño indefenso, pero con un propósito divino: salvarnos de nuestros pecados y reconciliarnos con Dios.

Al reflexionar sobre estas poderosas palabras del Salmo 2:7, debemos recordar que somos amados por un Padre celestial que nos ha adoptado como hijos suyos. Nuestra identidad y nuestro propósito se encuentran en Cristo, quien nos reconcilió con Dios a través de su sacrificio en la cruz. Somos herederos de su reino y tenemos la responsabilidad de llevar su mensaje de amor y salvación al mundo.

En conclusión, el Salmo 2:7 es una poderosa declaración de paternidad divina. Nos revela la relación especial entre Dios y su Hijo Jesucristo, así como la adopción de nosotros como hijos de Dios a través de nuestra fe en Jesús. Somos amados, cuidados y herederos de su reino. Que estas palabras nos inspiren a vivir una vida de adoración y servicio a nuestro Padre celestial, proclamando su amor y salvación a todos los que nos rodean.

¡Gloria a Dios por su amor y gracia infinita!

Salmos 2:7 – «Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy.»