La humildad es una virtud que el Señor valora enormemente. En el libro de Proverbios, encontramos un versículo que resalta la importancia de la humildad en nuestra vida diaria. Proverbios 15:33 nos dice: «El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; y a la honra precede la humildad».
Cuando leemos este versículo, podemos entender que el temor reverente y respetuoso hacia Dios es fundamental para adquirir sabiduría en nuestras vidas. La sabiduría no se encuentra en la arrogancia o en la autosuficiencia, sino en reconocer nuestra dependencia de Dios y buscar su guía en todo momento.
La humildad es la actitud que nos lleva a reconocer nuestra pequeñez ante la grandeza de Dios. No es un sentimiento de inferioridad, sino una postura de rendición y confianza en el poder y la voluntad de nuestro Creador. La humildad nos aleja del orgullo y nos acerca a la gracia de Dios.
En nuestra sociedad actual, el orgullo y la autosuficiencia son valores que se promueven constantemente. Se nos anima a buscar nuestra propia gloria y a buscar el éxito a cualquier costo. Sin embargo, como seguidores de Cristo, somos llamados a vivir de manera contraria a este mundo. La humildad nos recuerda que todo lo que tenemos y somos proviene de Dios, y que nuestra verdadera riqueza se encuentra en una relación íntima con él.
Cuando actuamos con humildad, reconocemos que no tenemos todas las respuestas y que necesitamos la sabiduría divina para tomar decisiones acertadas. Nos rendimos ante su voluntad y confiamos en que él nos guiará por caminos de rectitud y bendición. La humildad nos ayuda a dejar de lado nuestras propias ambiciones y deseos egoístas para buscar el bienestar de los demás.
En la Biblia encontramos numerosos ejemplos de hombres y mujeres humildes que fueron usados poderosamente por Dios. Moisés, por ejemplo, fue llamado el hombre más humilde de la tierra (Números 12:3). A través de su humildad, Dios lo utilizó para liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto y guiarlos hacia la tierra prometida.
Jesús es el máximo ejemplo de humildad. A pesar de ser el Hijo de Dios, se humilló a sí mismo tomando la forma de siervo y muriendo en la cruz por nuestros pecados. En Filipenses 2:8 leemos: «Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». Jesús nos enseñó que la verdadera grandeza se encuentra en servir a los demás y en vivir con humildad.
Querido hermano, te animo a cultivar la humildad en tu vida diaria. Reconoce que sin Dios no somos nada y que necesitamos su dirección en cada paso que damos. Busca su sabiduría a través de la oración y la meditación en su Palabra. Ríndete a su voluntad y permite que el Espíritu Santo te transforme para vivir una vida de humildad y servicio.
La humildad nos acerca a la honra, porque cuando reconocemos nuestra pequeñez, Dios nos exalta. Santiago 4:10 nos dice: «Humillaos delante del Señor, y él os exaltará». Cuando nos humillamos ante Dios, él nos honra y nos bendice abundantemente.
En resumen, el temor de Jehová y la humildad son enseñanzas de sabiduría. Al vivir con humildad, reconocemos nuestra dependencia de Dios y buscamos su guía en todo momento. La humildad nos aleja del orgullo y nos acerca a la gracia de Dios. Busquemos ser humildes y permitamos que Dios nos exalte. Que Proverbios 15:33 sea nuestro lema de vida: «El temor de Jehová es enseñanza de sabiduría; y a la honra precede la humildad».
Proverbios 15:33