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Mía es la Tierra y su plenitud: Un viaje hacia la conexión con la naturaleza


Mía es la Tierra y su Plenitud: Un llamado a cuidar y valorar nuestra creación divina

¡Saludos, amados hermanos y hermanas en Cristo! Hoy me dirijo a ustedes con un mensaje de amor y esperanza, recordándoles que la Tierra y todo lo que ella contiene nos ha sido confiado como un regalo sagrado del Señor. En un mundo lleno de desafíos ambientales y problemas de sostenibilidad, es imperativo que nos unamos como creyentes para cuidar y preservar esta hermosa creación de Dios.

El Salmo 24:1 nos dice: «De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan». Esta poderosa afirmación nos recuerda que Dios es el dueño supremo de todo lo que existe en este planeta. Él nos ha dado la responsabilidad de ser mayordomos de su creación, cuidando y protegiendo todo lo que nos rodea.

Nuestro Señor Jesús también nos enseñó a amar y respetar a la naturaleza. En Mateo 6:26, Él nos dice: «Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?». Este pasaje nos insta a reflexionar sobre la importancia de cada ser vivo en el ecosistema y a reconocer nuestro valor como hijos e hijas de Dios.

Mía es la Tierra y su Plenitud… Esta frase nos recuerda que no debemos tomar nuestra creación divina por sentado. Debemos maravillarnos ante la belleza de los paisajes, los animales y las plantas que nos rodean. Debemos cuidar y proteger los recursos naturales que Dios nos ha dado, utilizando sabiamente el agua, el aire y la tierra. No debemos abusar de ellos, sino ser buenos administradores y preservarlos para las generaciones futuras.

En nuestra sociedad actual, es fácil caer en la tentación del consumismo y la explotación desmedida de los recursos naturales. Pero como cristianos, debemos resistir esa mentalidad y adoptar un enfoque más consciente y sostenible. Debemos promover la justicia ambiental y trabajar por la equidad, asegurándonos de que todos tengan acceso a un medio ambiente limpio y saludable.

El apóstol Pablo nos insta en Romanos 12:2 a no conformarnos a este mundo, sino ser transformados por la renovación de nuestro entendimiento. Esto implica que debemos cambiar nuestra mentalidad y adoptar un enfoque más centrado en Dios y en su creación. Debemos buscar maneras de reducir nuestra huella ecológica, como reciclar, utilizar energías renovables y apoyar programas de conservación.

Mía es la Tierra y su Plenitud… Esta afirmación también nos invita a reflexionar sobre nuestro papel como embajadores de Cristo en este mundo. Nuestra forma de vida y nuestras acciones deben reflejar nuestra fe en Dios y nuestro compromiso de cuidar su creación. Debemos ser testimonios vivientes de amor y respeto hacia la naturaleza, inspirando a otros a sumarse a esta noble causa.

En conclusión, amados hermanos y hermanas, recordemos siempre que mía es la Tierra y su Plenitud. Como creyentes, tenemos la responsabilidad de proteger y preservar este regalo maravilloso que Dios nos ha dado. No podemos permitir que la indiferencia o la negligencia destruyan nuestra creación divina. Debemos actuar con valentía y determinación para marcar la diferencia en nuestro entorno y en el mundo.

Que el Espíritu Santo nos guíe y fortalezca en este noble propósito. Que seamos fieles mayordomos de la Tierra y trabajemos juntos para construir un futuro sostenible y lleno de bendiciones para las generaciones venideras.

Mía es la Tierra y su Plenitud. Amén y amén.

Mía es la Tierra y su Plenitud.