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No permitas que la maldad te alcance: Salmos 34:13


¡Bendiciones a todos mis amados hermanos y hermanas en Cristo! Hoy quiero compartir con ustedes un pasaje de la Palabra de Dios que se encuentra en el libro de Salmos, capítulo 34, versículo 13: «Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño».

En este versículo, el salmista nos insta a ser cuidadosos con nuestras palabras y a evitar cualquier tipo de maldad o engaño en nuestro hablar. Nuestro lenguaje tiene un gran poder, ya sea para edificar o para destruir. Por lo tanto, es crucial que aprendamos a controlar nuestras palabras y a usarlas de una manera que honre a Dios y bendiga a los demás.

En el mundo en el que vivimos, a menudo nos encontramos rodeados de palabras negativas, críticas y destructivas. La sociedad en la que estamos inmersos nos incita a hablar mal de los demás, a criticar sin piedad y a difundir chismes. Sin embargo, como hijos e hijas de Dios, somos llamados a ser diferentes. Debemos ser conscientes de que nuestras palabras tienen un impacto en la vida de las personas y que podemos elegir usarlas para construir y animar en lugar de destruir y desalentar.

El apóstol Santiago nos enseña en su carta que «la lengua es un fuego, un mundo de maldad» (Santiago 3:6). Es por eso que necesitamos someter nuestra lengua al control del Espíritu Santo y permitir que Él nos guíe en nuestras conversaciones diarias. No debemos permitir que la ira, los celos, la envidia o cualquier otra emoción negativa queme nuestras palabras y hiera a aquellos que nos rodean.

En cambio, debemos buscar la sabiduría que proviene de lo alto y pedir a Dios que nos ayude a hablar palabras de amor, aliento y verdad. El salmista continúa diciendo en el versículo 14: «Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela». Nuestro objetivo debe ser vivir una vida que refleje el carácter de Cristo, y esto incluye la forma en que hablamos.

Cuando nos apartamos del mal y nos esforzamos por hacer el bien, nuestras palabras se convierten en instrumentos de bendición. Podemos alentar a los desanimados, consolar a los afligidos y compartir el amor de Dios con aquellos que lo necesitan. Como ministros de Cristo, debemos ser portadores de buenas noticias y mensajeros de esperanza en medio de un mundo lleno de desesperación.

Permítanme recordarles una vez más el versículo de Salmos 34:13: «Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño». Que este versículo sea un recordatorio constante para todos nosotros de la importancia de controlar nuestras palabras y de usarlas para glorificar a Dios.

En conclusión, mis amados hermanos y hermanas, recordemos que nuestras palabras tienen un gran poder. Podemos elegir usarlas para edificar y bendecir a los demás, o para destruir y herir. Sigamos el ejemplo de Cristo y permitamos que el Espíritu Santo nos guíe en nuestras conversaciones diarias. Mantengamos nuestras lenguas alejadas del mal y nuestros labios lejos del engaño. Busquemos la paz y sigámosla. Que nuestras palabras reflejen el amor, la gracia y la verdad de Dios en todo momento.

Que Dios les bendiga abundantemente y les ayude a ser testigos fieles de su amor a través de nuestras palabras. Amén.

Salmos 34:13: «Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño». Salmos 34:13: «Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño». Salmos 34:13: «Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño».