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No temeré, ¿qué podrá hacerme el hombre? - Salmos 11:3

 


Salmos 11:3 – «Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?» (Reina Valera).

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero reflexionar con ustedes sobre el poderoso mensaje que encontramos en Salmos 11:3. Esta palabra del Señor nos invita a examinar nuestros fundamentos, a evaluar la solidez de nuestras bases espirituales y a fortalecer nuestra fe en medio de los desafíos y adversidades de la vida.

Vivimos en un mundo en constante cambio, donde los valores y principios bíblicos parecen erosionarse cada vez más. La sociedad nos bombardea con mensajes que contradicen nuestra fe y nos invita a desviarnos del camino de rectitud trazado por Dios. Ante esta realidad, es crucial recordar que somos llamados a ser «la sal de la tierra» y «la luz del mundo» (Mateo 5:13-14).

El salmista nos advierte sobre la importancia de mantenernos firmes en nuestra fe, incluso cuando los cimientos parezcan derrumbarse a nuestro alrededor. Es en esos momentos de prueba cuando nuestra fe debe ser probada y fortalecida. No debemos permitir que las circunstancias negativas nos hagan cuestionar la fidelidad y el poder de nuestro amado Señor.

En tiempos de adversidad, es común que nos sintamos tentados a buscar soluciones rápidas y fáciles, olvidando que nuestra verdadera fortaleza se encuentra en Dios. No debemos buscar respuestas en el mundo, sino en la Palabra de Dios. Es allí donde encontraremos consuelo, orientación y sabiduría para enfrentar cualquier desafío que se presente.

Es fundamental que edifiquemos nuestras vidas sobre el fundamento sólido de la Palabra de Dios. Esto implica dedicar tiempo diario a la lectura, meditación y estudio de las Escrituras. A través de ellas, Dios nos habla y nos revela su voluntad. No debemos depender únicamente de las enseñanzas de otros, sino buscar una relación personal y profunda con nuestro Señor a través de su Palabra.

Además, debemos ser conscientes de la importancia de rodearnos de hermanos y hermanas en la fe que puedan apoyarnos y animarnos en nuestro caminar con Cristo. La comunión con otros creyentes nos fortalece y nos da la oportunidad de aprender y crecer juntos en el conocimiento de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, no importa cuán fuertes sean las tormentas que nos rodean, no importa cuán inestables parezcan los cimientos de este mundo, podemos tener confianza en que nuestro Dios es nuestro refugio y fortaleza. Él es nuestro roca inamovible en quien podemos confiar en todo momento.

Cuando enfrentemos dificultades, dudas o temores, recordemos las palabras del salmista en Salmos 11:3: «Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?». Enfrentemos cada desafío con valentía y fe, sabiendo que nuestro Dios es más grande que cualquier problema que podamos enfrentar.

Que este versículo sea un recordatorio constante para todos nosotros de que, sin importar las circunstancias, debemos permanecer firmes en nuestra fe en Cristo. Nuestro fundamento es inquebrantable cuando está construido sobre la roca que es Jesús.

En conclusión, hermanos y hermanas, les animo a mantenerse fuertes en la fe, a edificar sus vidas sobre la Palabra de Dios y a confiar en su fidelidad en medio de cualquier adversidad. Recordemos siempre las palabras del salmista: «Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?». Confíemos en que nuestro Dios es nuestro refugio y fortaleza en todo momento. Amén.

Salmos 11:3 – «Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?» (Reina Valera).