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No todo el que me dice 'Señor, Señor' es verdadero creyente: Texto Bíblico revela la importancia de la fe sincera


Texto Bíblico: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.» (Mateo 7:21, Reina Valera)

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy, me gustaría reflexionar sobre un texto bíblico que nos invita a evaluar nuestra relación con Dios de una manera profunda y significativa. En Mateo 7:21, Jesús nos enseña que no todos los que le llaman «Señor, Señor» entrarán en el reino de los cielos, sino aquellos que hacen la voluntad de su Padre celestial. Esta declaración nos desafía a examinar nuestras vidas y preguntarnos sinceramente: ¿Estamos verdaderamente viviendo de acuerdo con la voluntad de Dios?

En primer lugar, es importante entender que llamar a Jesús «Señor» es más que simplemente pronunciar esas palabras. Es un compromiso profundo y personal de someter nuestra vida a su autoridad. Cuando reconocemos a Jesús como nuestro Señor, estamos aceptando su señorío sobre todas las áreas de nuestra vida. No se trata solo de palabras vacías, sino de una entrega total de nuestro ser a Él.

Sin embargo, Jesús nos advierte que el simple hecho de llamarlo «Señor» no es suficiente para asegurar nuestra entrada al reino de los cielos. Él nos dice claramente que solo aquellos que hacen la voluntad de su Padre celestial serán admitidos. Esto implica que nuestra fe en Jesús debe ir más allá de lo superficial y manifestarse en acciones concretas que reflejen la voluntad de Dios en nuestras vidas.

Entonces, ¿cuál es la voluntad de Dios para nosotros? La Palabra de Dios nos proporciona las respuestas. En Juan 6:40, Jesús nos dice: «Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que ve al Hijo y cree en Él, tenga vida eterna». Nuestra principal tarea como seguidores de Jesús es creer en Él y entregar nuestras vidas a Él. Esto implica confiar en su sacrificio en la cruz como la única forma de salvación y vivir en obediencia a sus mandamientos.

Además, en 1 Tesalonicenses 4:3, encontramos otra parte de la voluntad de Dios para nosotros: «Pues la voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual». Dios nos llama a vivir una vida santa y separada del pecado. Esto significa que debemos tomar decisiones conscientes para evitar la inmoralidad sexual y buscar la pureza en nuestros pensamientos, palabras y acciones.

Otra parte importante de la voluntad de Dios es amar y servir a los demás. En Mateo 22:37-39, Jesús nos enseña que el mayor mandamiento es amar a Dios con todo nuestro ser y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Esto implica mostrar compasión, misericordia y amor a quienes nos rodean, especialmente a aquellos que están necesitados. Nuestra fe en acción se manifiesta a través de nuestras obras de bondad y generosidad hacia los demás.

Queridos hermanos y hermanas, el texto bíblico «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos» nos desafía a vivir una fe auténtica y genuina. No se trata solo de palabras, sino de una entrega total y una obediencia sincera a la voluntad de Dios en nuestras vidas. Que este texto sea un recordatorio constante para nosotros de la importancia de vivir en obediencia y de buscar la voluntad de Dios en todas las áreas de nuestras vidas.

En conclusión, llamemos a Jesús «Señor» no solo con nuestros labios, sino con nuestras vidas. Hagamos la voluntad de nuestro Padre celestial y vivamos en obediencia a sus mandamientos. Que nuestras acciones y nuestro amor reflejen la verdadera fe que tenemos en Él. Recordemos siempre las palabras de Jesús: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos». Que esta verdad nos inspire a vivir una vida que honre a Dios en todo momento.

Texto Bíblico: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.» (Mateo 7:21, Reina Valera)