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Palabras sabias: Lo que callas puede ser tu mayor tesoro - Proverbio 13.3


Proverbio 13.3: «El que guarda su boca guarda su vida; pero el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.» (Proverbios 13:3, RVR 1960)

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy quiero inspirarles a reflexionar sobre el poder de nuestras palabras, basándonos en el sabio consejo del libro de Proverbios, capítulo 13, versículo 3. En este pasaje bíblico, se nos enseña que aquel que guarda su boca, guarda su vida. Pero aquel que habla sin medida, enfrentará calamidades.

Nuestras palabras tienen un impacto profundo en nuestras vidas y en las vidas de los demás. A menudo, subestimamos el poder que tienen nuestras palabras para construir o destruir, para alentar o desanimar, para sanar o herir. Sin embargo, la Palabra de Dios nos exhorta a ser conscientes de lo que decimos y a utilizar nuestras palabras sabiamente.

El primer mensaje que encontramos en Proverbio 13.3 es la importancia de guardar nuestra boca. La palabra «guardar» implica que debemos tener cuidado y control sobre lo que decimos. No se trata solo de pensar antes de hablar, sino también de medir el impacto de nuestras palabras antes de expresarlas. Nuestro objetivo como cristianos debe ser utilizar nuestras palabras para glorificar a Dios y edificar a los demás. Al hacerlo, no solo protegemos nuestra propia vida, sino que también creamos un ambiente de amor y respeto a nuestro alrededor.

Por otro lado, el segundo mensaje que encontramos en este versículo es el peligro de hablar en exceso. «El que mucho abre sus labios tendrá calamidad». Cuando hablamos sin medida, corremos el riesgo de decir cosas que no deberíamos, de revelar secretos, de herir a otros con nuestras palabras impulsivas o de caer en la tentación de la mentira y la maledicencia. Además, cuando hablamos sin cesar, no dejamos espacio para escuchar a los demás y aprender de sus experiencias y sabiduría.

En nuestras vidas diarias, es importante recordar que nuestras palabras tienen un poder creativo. Como cristianos, hemos sido llamados a seguir el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, quien con sus palabras trajo vida, esperanza y salvación a aquellos que lo rodeaban. Siguiendo su ejemplo, debemos esforzarnos por utilizar nuestras palabras para bendición y no para maldición.

Imaginen el impacto positivo que podemos tener en el mundo si cada uno de nosotros se compromete a vivir de acuerdo con Proverbio 13.3. Si guardamos nuestra boca, evitando palabras hirientes, chismes y críticas destructivas, estaremos construyendo relaciones sólidas y sanas. Si meditamos antes de hablar, eligiendo nuestras palabras con sabiduría y amor, estaremos transmitiendo el amor de Dios a aquellos que nos rodean. Si aprendemos a escuchar más y a hablar menos, estaremos abriendo la puerta a la comprensión mutua y al crecimiento personal.

En conclusión, queridos hermanos y hermanas, Proverbio 13.3 nos recuerda la importancia de ser conscientes del poder de nuestras palabras. Debemos guardar nuestra boca, hablando con sabiduría y amor, evitando el exceso y las palabras dañinas. Al hacerlo, estaremos protegiendo nuestra propia vida y construyendo un entorno de paz y armonía. Que Dios nos conceda la gracia de utilizar nuestras palabras para su gloria y para el bienestar de aquellos que nos rodean.

«El que guarda su boca guarda su vida; pero el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.» (Proverbios 13:3, RVR 1960)

Que estas palabras sean un recordatorio constante en nuestras vidas y que nos inspiren a ser cautelosos y sabios en todo lo que decimos. Que nuestras palabras sean un reflejo del amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo.

¡Que Dios los bendiga grandemente!

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