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Protégete de la maldad con Salmo 34:13


Salmo 34:13 nos dice: “Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño”. Esta poderosa afirmación de la Palabra de Dios nos invita a reflexionar sobre el poder de nuestras palabras y el impacto que estas tienen en nuestras vidas y en la vida de los demás.

Nuestras palabras tienen el poder de construir o destruir. Pueden edificar, inspirar y alentar, pero también pueden destruir, herir y desanimar. Es por eso que el Salmo 34:13 nos exhorta a guardar nuestra lengua del mal y nuestros labios de hablar engaño. Debemos ser conscientes de lo que decimos y cómo lo decimos, para evitar causar daño a los demás y a nosotros mismos.

En un mundo donde la crítica, la calumnia y el chisme son moneda corriente, es fundamental que como cristianos nos diferenciemos y seamos portadores de palabras de vida y amor. Debemos recordar que nuestras palabras son un reflejo de nuestro corazón. Si nuestro corazón está lleno de amor y compasión, nuestras palabras reflejarán eso. Pero si nuestro corazón está lleno de malicia y engaño, nuestras palabras también lo reflejarán.

Cuando guardamos nuestra lengua del mal, evitamos caer en la tentación de hablar palabras hirientes, destructivas o llenas de odio. En cambio, elegimos palabras que levantan, palabras que bendicen y palabras que sanan. Al hacerlo, estamos siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, quien siempre habló con amor y verdad.

Pero guardar nuestra lengua del mal no solo implica evitar hablar cosas negativas, también implica no difundir rumores o chismes. En Proverbios 18:8 leemos: “Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas”. Los chismes no solo dañan a la persona de quien se habla, sino que también dañan nuestra propia reputación y nuestra relación con los demás. Debemos ser prudentes y sabios al momento de compartir información, evitando propagar rumores o hablar cosas que no están confirmadas.

Además, el Salmo 34:13 nos enseña a guardar nuestros labios de hablar engaño. Esto significa que debemos ser sinceros y honestos en nuestras palabras, evitando cualquier forma de engaño o manipulación. La verdad es uno de los pilares fundamentales de nuestra fe y debemos ser testimonio de ella en todas nuestras interacciones.

Cuando guardamos nuestra lengua del mal y nuestros labios de hablar engaño, estamos viviendo conforme a la voluntad de Dios. Estamos mostrando al mundo el amor y la verdad de Cristo a través de nuestras palabras. Estamos construyendo relaciones sanas y edificantes, y estamos evitando dañar a los demás y a nosotros mismos.

Recordemos que nuestras palabras tienen poder. En Proverbios 18:21 leemos: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”. Nuestras palabras pueden traer vida o muerte, bendición o maldición. Por eso, es fundamental que cuidemos nuestras palabras y las utilicemos para edificar y bendecir.

En conclusión, el Salmo 34:13 nos anima a ser conscientes del poder de nuestras palabras y a utilizarlas sabiamente. Guardemos nuestra lengua del mal y nuestros labios de hablar engaño, para ser portadores de amor, verdad y bendición. Sigamos el ejemplo de Jesús, quien siempre habló con amor y verdad. Recordemos que nuestras palabras tienen el poder de transformar vidas y glorificar a Dios.

Que el Salmo 34:13 sea un recordatorio constante en nuestra vida diaria: “Guarda tu lengua del mal y tus labios de hablar engaño”. Que nuestras palabras sean un testimonio vivo de nuestro amor por Dios y por los demás.