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Refugio eterno: Salmos 121:1-8 - La protección divina que nunca duerme


Salmos 121:1-8 – Nuestro Socorro y Protección

¡Saludos, amados hermanos y hermanas en Cristo! Hoy quiero compartir con ustedes un pasaje poderoso de la Palabra de Dios que nos habla de Su constante cuidado y protección. En Salmos 121:1-8, encontramos palabras que nos llenan de esperanza y fortaleza en medio de las adversidades y desafíos de la vida.

El salmista comienza diciendo: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?» (Salmos 121:1). En momentos de angustia y dificultad, es natural buscar ayuda y consuelo en fuentes terrenales. Sin embargo, el salmista nos recuerda que nuestro verdadero socorro viene del Señor, quien hizo los cielos y la tierra. No importa cuán altas sean las montañas que enfrentemos, Dios es más grande y poderoso.

Continuando en el versículo 2, el salmista declara: «Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra» (Salmos 121:2). Aquí encontramos una afirmación poderosa de la soberanía y el poder de nuestro Dios. Él es el Creador de todo lo que existe, y por lo tanto, tiene el poder para intervenir en nuestras vidas y proveernos de todo lo que necesitamos.

El salmista continúa describiendo el constante cuidado de Dios hacia Su pueblo: «No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda» (Salmos 121:3). Esta es una promesa maravillosa para aferrarnos en tiempos de incertidumbre. Dios está atento a cada paso que damos, y no permitirá que caigamos o nos desviemos de Su camino. Él es nuestro guardián fiel que nunca duerme ni se cansa.

En los versículos 5 y 6, el salmista nos asegura: «Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche» (Salmos 121:5-6). Dios es nuestro protector constante, tanto en el día como en la noche. Él nos cubre con Su sombra y nos libra de todo mal. No importa cuán intensos sean los desafíos que enfrentemos, Dios nos dará fuerzas y nos sostendrá.

Finalmente, el salmista concluye con estas palabras de esperanza: «Jehová te guardará de todo mal; él guardará tu alma» (Salmos 121:7). Nuestro Dios es nuestro protector supremo. Él nos resguardará de todo mal y cuidará de nuestra alma. Podemos confiar en Su fidelidad y amor incondicional. No importa cuán difíciles sean las circunstancias, podemos descansar en Su cuidado y provisión.

Queridos hermanos y hermanas, las palabras de Salmos 121:1-8 nos recuerdan la importancia de confiar en Dios en todo momento. Su protección y cuidado son inquebrantables. En medio de las luchas y pruebas de la vida, podemos levantar nuestros ojos hacia el Señor y saber que Él nunca nos abandonará.

Así que, encomendémonos a nuestro Dios y confiemos plenamente en Su amor y poder. No importa cuán altas sean las montañas que enfrentemos, Él tiene el control. No importa cuán oscuro parezca el camino, Él es nuestra luz. No importa cuán cansados y abatidos nos sintamos, Él nos fortalecerá.

Recordemos siempre las palabras de Salmos 121:1-8 y dejemos que nos inspiren y fortalezcan: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra… Jehová te guardará de todo mal; él guardará tu alma» (Salmos 121:1, 2, 7).

Que estas palabras se graben en nuestros corazones y nos guíen en cada paso que demos. Que en todo momento recordemos que tenemos un Dios que nos protege, nos guarda y nos ama incondicionalmente. ¡Bendito sea el nombre del Señor!

Salmos 121:1-8 – Nuestro Socorro y Protección

¡Saludos, amados hermanos y hermanas en Cristo! Hoy quiero compartir con ustedes un pasaje poderoso de la Palabra de Dios que nos habla de Su constante cuidado y protección. En Salmos 121:1-8, encontramos palabras que nos llenan de esperanza y fortaleza en medio de las adversidades y desafíos de la vida.

El salmista comienza diciendo: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?» (Salmos 121:1). En momentos de angustia y dificultad, es natural buscar ayuda y consuelo en fuentes terrenales. Sin embargo, el salmista nos recuerda que nuestro verdadero socorro viene del Señor, quien hizo los cielos y la tierra. No importa cuán altas sean las montañas que enfrentemos, Dios es más grande y poderoso.

Continuando en el versículo 2, el salmista declara: «Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra» (Salmos 121:2). Aquí encontramos una afirmación poderosa de la soberanía y el poder de nuestro Dios. Él es el Creador de todo lo que existe, y por lo tanto, tiene el poder para intervenir en nuestras vidas y proveernos de todo lo que necesitamos.

El salmista continúa describiendo el constante cuidado de Dios hacia Su pueblo: «No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda» (Salmos 121:3). Esta es una promesa maravillosa para aferrarnos en tiempos de incertidumbre. Dios está atento a cada paso que damos, y no permitirá que caigamos o nos desviemos de Su camino. Él es nuestro guardián fiel que nunca duerme ni se cansa.

En los versículos 5 y 6, el salmista nos asegura: «Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche» (Salmos 121:5-6). Dios es nuestro protector constante, tanto en el día como en la noche. Él nos cubre con Su sombra y nos libra de todo mal. No importa cuán intensos sean los desafíos que enfrentemos, Dios nos dará fuerzas y nos sostendrá.

Finalmente, el salmista concluye con estas palabras de esperanza: «Jehová te guardará de todo mal; él guardará tu alma» (Salmos 121:7). Nuestro Dios es nuestro protector supremo. Él nos resguardará de todo mal y cuidará de nuestra alma. Podemos confiar en Su fidelidad y amor incondicional. No importa cuán difíciles sean las circunstancias, podemos descansar en Su cuidado y provisión.

Queridos hermanos y hermanas, las palabras de Salmos 121:1-8 nos recuerdan la importancia de confiar en Dios en todo momento. Su protección y cuidado son inquebrantables. En medio de las luchas y pruebas de la vida, podemos levantar nuestros ojos hacia el Señor y saber que Él nunca nos abandonará.

Así que, encomendémonos a nuestro Dios y confiemos plenamente en Su amor y poder. No importa cuán altas sean las montañas que enfrentemos, Él tiene el control. No importa cuán oscuro parezca el camino, Él es nuestra luz. No importa cuán cansados y abatidos nos sintamos, Él nos fortalecerá.

Recordemos siempre las palabras de Salmos 121:1-8 y dejemos que nos inspiren y fortalezcan: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra… Jehová te guardará de todo mal; él guardará tu alma» (Salmos 121:1, 2, 7).

Que estas palabras se graben en nuestros corazones y nos guíen en cada paso que demos. Que en todo momento recordemos que tenemos un Dios que nos protege, nos guarda y nos ama incondicionalmente. ¡Bendito sea el nombre del Señor!

Salmos 121:1-8 – Nuestro Socorro y Protección

¡Saludos, amados hermanos y hermanas en Cristo! Hoy quiero compartir con ustedes un pasaje poderoso de la Palabra de Dios que nos habla de Su constante cuidado y protección. En Salmos 121:1-8, encontramos palabras que nos llenan de esperanza y fortaleza en medio de las adversidades y desafíos de la vida.

El salmista comienza diciendo: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?» (Salmos 121:1). En momentos de angustia y dificultad, es natural buscar ayuda y consuelo en fuentes terrenales. Sin embargo, el salmista nos recuerda que nuestro verdadero socorro viene del Señor, quien hizo los cielos y la tierra. No importa cuán altas sean las montañas que enfrentemos, Dios es más grande y poderoso.

Continuando en el versículo 2, el salmista declara: «Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra» (Salmos 121:2). Aquí encontramos una afirmación poderosa de la soberanía y el poder de nuestro Dios. Él es el Creador de todo lo que existe, y por lo tanto, tiene el poder para intervenir en nuestras vidas y proveernos de todo lo que necesitamos.

El salmista continúa describiendo el constante cuidado de Dios hacia Su pueblo: «No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda» (Salmos 121:3). Esta es una promesa maravillosa para aferrarnos en tiempos de incertidumbre. Dios está atento a cada paso que damos, y no permitirá que caigamos o nos desviemos de Su camino. Él es nuestro guardián fiel que nunca duerme ni se cansa.

En los versículos 5 y 6, el salmista nos asegura: «Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche» (Salmos 121:5-6). Dios es nuestro protector constante, tanto en el día como en la noche. Él nos cubre con Su sombra y nos libra de todo mal. No importa cuán intensos sean los desafíos que enfrentemos, Dios nos dará fuerzas y nos sostendrá.

Finalmente, el salmista concluye con estas palabras de esperanza: «Jehová te guardará de todo mal; él guardará tu alma» (Salmos 121:7). Nuestro Dios es nuestro protector supremo. Él nos resguardará de todo mal y cuidará de nuestra alma. Podemos confiar en Su fidelidad y amor incondicional. No importa cuán difíciles sean las circunstancias, podemos descansar en Su cuidado y provisión.

Queridos hermanos y hermanas, las palabras de Salmos 121:1-8 nos recuerdan la importancia de confiar en Dios en todo momento. Su protección y cuidado son inquebrantables. En medio de las luchas y pruebas de la vida, podemos levantar nuestros ojos hacia el Señor y saber que Él nunca nos abandonará.

Así que, encomendémonos a nuestro Dios y confiemos plenamente en Su amor y poder. No importa cuán altas sean las montañas que enfrentemos, Él tiene el control. No importa cuán oscuro parezca el camino, Él es nuestra luz. No importa cuán cansados y abatidos nos sintamos, Él nos fortalecerá.

Recordemos siempre las palabras de Salmos 121:1-8 y dejemos que nos inspiren y fortalezcan: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra… Jehová te guardará de todo mal; él guardará tu alma» (Salmos 121:1, 2, 7).

Que estas palabras se graben en nuestros corazones y nos guíen en cada paso que demos. Que en todo momento recordemos que tenemos un Dios que nos protege, nos guarda y nos ama incondicionalmente. ¡Bendito sea el nombre del Señor!

Salmos 121:1-8 – Nuestro Socorro y Protección

¡Saludos, amados hermanos y hermanas en Cristo! Hoy quiero compartir con ustedes un pasaje poderoso de la Palabra de Dios que nos habla de Su constante cuidado y protección. En Salmos 121:1-8, encontramos palabras que nos llenan de esperanza y fortaleza en medio de las adversidades y desafíos de la vida.

El salmista comienza diciendo: «Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?» (Salmos 121:1). En momentos de angustia y dificultad, es natural buscar ayuda y consuelo en fuentes terrenales. Sin embargo, el salmista nos recuerda que nuestro verdadero socorro viene del Señor, quien hizo los cielos y la tierra. No importa cuán altas sean las montañas que enfrentemos, Dios es más grande y poderoso.

Continuando en el versículo 2, el salmista declara: «Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra» (Salmos 121:2). Aquí encontramos una afirmación poderosa de la soberanía y el poder de nuestro Dios. Él es el Creador de todo lo que existe, y por lo tanto, tiene el poder para intervenir en nuestras vidas y proveernos de todo lo que necesitamos.

El salmista continúa describiendo el constante cuidado de Dios hacia Su pueblo: «No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda» (Salmos 121:3). Esta es una promesa maravillosa para aferrarnos en tiempos de incertidumbre. Dios está atento a cada paso que damos, y no permitirá que caigamos o nos desviemos de Su camino. Él es nuestro guardián fiel que nunca duerme ni se cansa.

En los versículos 5 y 6, el salmista nos asegura: «Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche» (Salmos 121:5-6). Dios es nuestro protector constante, tanto en el día como en la noche. Él nos cubre con Su sombra y nos libra de todo mal. No importa cuán intensos sean los desafíos que enfrentemos, Dios nos dará fuerzas y nos sostendrá.

Finalmente, el salmista concluye con estas palabras de esperanza: «Jehová te guardará de todo mal; él guardará tu alma» (Salmos 121:7). Nuestro Dios es nuestro protector supremo. Él nos resguardará de todo mal y cuidará de nuestra alma. Podemos confiar en Su fidelidad y amor incondicional. No importa cuán difíciles sean las circunstancias, podemos descansar en Su cuidado y provisión.

Queridos hermanos y hermanas, las palabras de Salmos 121:1-8 nos recuerdan la importancia de confiar en Dios en todo momento. Su protección y cuidado son inquebrantables. En medio de las luchas y pruebas de la vida, podemos levantar nuestros ojos hacia el Señor y saber que Él nunca nos abandonará.

Así que, encomendémonos a nuestro Dios y confiemos plenamente en Su amor y poder. No importa cuán altas sean las montañas que enfrentemos, Él tiene el control. No importa cuán oscuro parezca el camino, Él es nuestra luz. No importa cuán cansados y abatidos nos sintamos, Él nos fortalecerá.

Recordemos siempre las