Salmo 18.2: “Jehová es mi roca, mi fortaleza y mi liberador; mi Dios, mi fortaleza en quien confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.”
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes un pasaje inspirador que se encuentra en el Salmo 18.2. Estas palabras nos revelan la grandeza y la fidelidad de nuestro Dios, quien es nuestra roca, fortaleza y liberador.
En estos tiempos de incertidumbre y adversidades, es fundamental recordar que tenemos un Dios poderoso que está a nuestro lado. Él es nuestra roca, una base sólida en la cual podemos apoyarnos en medio de las tormentas de la vida. Nuestro Dios no es un Dios distante e indiferente, sino que se preocupa por cada detalle de nuestras vidas. Él nos brinda su fortaleza para enfrentar cualquier desafío que se presente en nuestro camino.
Cuando leemos el Salmo 18.2, también encontramos que Dios es nuestro liberador. Él es aquel que nos rescata de las garras del pecado y nos guía hacia la verdadera libertad que solo puede ser encontrada en Él. A través de su amor y su gracia, nos libera de las cadenas que nos atan y nos permite vivir una vida plena y abundante en su presencia.
Es importante destacar que Dios no solo es nuestra roca y nuestro liberador, sino también nuestra fortaleza en quien podemos confiar. En momentos de debilidad y desánimo, podemos acudir a Él y encontrar consuelo y fortaleza. Él nos sostiene cuando nuestros propios recursos no son suficientes y nos da la fuerza necesaria para perseverar.
Como cristianos, debemos recordar que nuestro Dios es nuestro escudo. Nos protege y nos guarda de los embates del enemigo. Él nos defiende de las acusaciones y nos cubre con su amor y su misericordia. No importa cuán grande sea el peligro que enfrentemos, podemos confiar en que nuestro Dios es un escudo invencible que nos rodea y nos guarda en todo momento.
Finalmente, el Salmo 18.2 nos muestra que Dios es nuestro alto refugio. En medio de las tempestades y tribulaciones, encontramos consuelo y seguridad en su presencia. Él es nuestro lugar seguro, donde podemos encontrar descanso y paz. En momentos de angustia, podemos refugiarnos en Él y encontrar consuelo en su amor eterno.
Hermanos y hermanas, que estas palabras del Salmo 18.2 sean un recordatorio constante de la grandeza y la fidelidad de nuestro Dios. Él es nuestra roca, fortaleza y liberador. Pueden confiar plenamente en Él, sabiendo que es nuestro escudo y la fuerza de nuestra salvación. En medio de cualquier circunstancia, Él es nuestro alto refugio, siempre dispuesto a recibirnos y brindarnos su amor incondicional.
En conclusión, el Salmo 18.2 es un pasaje lleno de promesas y esperanza para todos aquellos que confían en el Señor. Que estas palabras nos inspiren a aferrarnos a Dios en todo momento y a confiar en su poder y amor inagotables. Recordemos siempre que Él es nuestra roca, fortaleza y liberador. ¡Dios les bendiga abundantemente!
Salmo 18.2: “Jehová es mi roca, mi fortaleza y mi liberador; mi Dios, mi fortaleza en quien confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio.”