Salmo 119:25 – “Mi alma está apegada al polvo; vivifícame según tu palabra.”
Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes una palabra inspiradora extraída del Salmo 119:25. Este verso nos habla de la realidad en la que a veces nos encontramos: nuestras almas se sienten apegadas al polvo. En otras palabras, nos sentimos abatidos, cansados y desanimados. Sin embargo, la buena noticia es que este Salmo nos ofrece una solución: ser vivificados según la palabra de Dios.
En nuestra vida cotidiana, enfrentamos muchas situaciones que pueden hacer que nos sintamos como si estuviéramos arrastrándonos en el polvo. Problemas financieros, enfermedades, relaciones rotas, pérdidas y muchas otras dificultades pueden abrumarnos y hacernos sentir desesperados. Pero, ¿qué debemos hacer en esos momentos? ¿Cómo podemos encontrar fuerza y esperanza para seguir adelante?
El Salmo 119:25 nos muestra la respuesta: buscar la vivificación en la palabra de Dios. Cuando nos sentimos abatidos y cansados, la única fuente verdadera de renovación y fortaleza es la palabra de Dios. No importa cuán difícil sea nuestra situación, cuán profundo sea nuestro dolor o cuán desesperada sea nuestra lucha, la palabra de Dios puede revivirnos, transformarnos y renovar nuestras fuerzas.
Enfrentar los desafíos de la vida sin la palabra de Dios es como intentar caminar en el desierto sin agua. Nos agotamos rápidamente y nuestras almas se secan. Pero cuando nos aferramos a la palabra de Dios y la alimentamos en nuestro corazón, encontramos un manantial de agua viva que nos da vida y nos refresca en medio de las pruebas.
La palabra de Dios es un regalo inestimable que Dios nos ha dado para que podamos vivir una vida plena y abundante. Nos habla de su amor incondicional, su gracia infinita y su poder transformador. A través de sus palabras, Dios nos muestra su camino, nos guía en la oscuridad y nos da sabiduría para enfrentar los desafíos diarios.
Entonces, ¿cómo podemos buscar la vivificación en la palabra de Dios? Primero, debemos dedicar tiempo diario a leer y meditar en la Biblia. No se trata solo de leerla rápidamente, sino de sumergirnos en ella, dejando que las palabras penetren en nuestro corazón y mente. A medida que lo hacemos, el Espíritu Santo nos iluminará y nos dará entendimiento.
Además, debemos aplicar la palabra de Dios en nuestra vida. No basta con conocerla intelectualmente, debemos vivirla. Debemos obedecer sus mandamientos, confiar en sus promesas y depender de su guía. Solo entonces experimentaremos verdadera vivificación y transformación.
Finalmente, debemos compartir la palabra de Dios con los demás. Al igual que una llama se aviva cuando se comparte, nuestra fe también se fortalece cuando compartimos las bendiciones de la palabra de Dios con aquellos que nos rodean. Al enseñar, predicar y vivir la palabra de Dios, podemos impactar la vida de otros y llevar esperanza a quienes están apegados al polvo.
Hermanos y hermanas, no importa cuán abatidos nos sintamos, no importa cuán difícil sea nuestra situación, siempre podemos encontrar vivificación en la palabra de Dios. Así como el salmista clamó: “Vivifícame según tu palabra”, también podemos alzar nuestra voz y pedir a Dios que nos renueve y nos dé vida a través de su palabra. Que hoy y siempre busquemos la vivificación en su palabra, para que podamos caminar en la plenitud de la vida que él ha prometido.
Salmo 119:25 – “Mi alma está apegada al polvo; vivifícame según tu palabra.”
Que esta palabra del Salmo 119:25 sea nuestra guía y fortaleza en medio de cualquier dificultad. Amén.