Cita Bíblica de Lázaro
«Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente» (Juan 11:25-26, RV).
Cita Bíblica de Lázaro. Estas palabras resonaron en Betania hace muchos siglos, cuando Jesús se acercó a un pueblo lleno de tristeza y desesperanza. Lázaro, un amigo cercano de Jesús, yacía en la tumba. Su muerte había llenado de dolor a toda su familia y amigos. Sin embargo, en medio de la oscuridad, la esperanza se acercaba caminando.
Cuando Jesús llegó a Betania, Marta, la hermana de Lázaro, salió corriendo a su encuentro. Con lágrimas en los ojos, le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto» (Juan 11:21, RV). Marta conocía el poder de Jesús, y confiaba en que Él podía haber evitado la muerte de su hermano. Pero Jesús tenía un plan mucho más grande en mente.
Jesús consoló a Marta y le dijo: «Tu hermano resucitará» (Juan 11:23, RV). Estas palabras debieron haber traído un rayo de esperanza a Marta en medio de su dolor. Pero lo que vendría a continuación desafiaría todas las expectativas. Jesús, con una voz llena de autoridad, clamó en alta voz: «¡Lázaro, ven fuera!» (Juan 11:43, RV).
En ese momento, el milagro ocurrió. Lázaro, quien había estado muerto por cuatro días, salió de la tumba, todavía envuelto en vendas. La resurrección de Lázaro fue un testimonio poderoso del poder y la autoridad de Jesús sobre la muerte. Fue un momento de asombro y alegría para todos los presentes.
La historia de Lázaro no solo es un relato de un milagro extraordinario, sino que también nos enseña lecciones valiosas sobre la fe y la esperanza en medio de las circunstancias más difíciles. A menudo, nos encontramos en situaciones donde todo parece perdido, donde la muerte y la desesperanza amenazan con dominarnos. Pero la Cita Bíblica de Lázaro nos recuerda que, incluso en esos momentos oscuros, Jesús es la resurrección y la vida.
Jesús tiene el poder de traer vida a lo que parece muerto. Él puede restaurar nuestras relaciones rotas, sanar nuestros cuerpos enfermos y devolver la esperanza a nuestros corazones desesperanzados. No importa cuán imposible parezca la situación, Jesús es capaz de obrar milagros en nuestras vidas.
La historia de Lázaro también nos enseña sobre la importancia de la fe. Marta, a pesar de su dolor y decepción, confió en Jesús. Ella creía que Él tenía el poder de cambiar su situación, incluso después de la muerte de su hermano. Y fue esa fe la que permitió que el milagro ocurriera.
La Cita Bíblica de Lázaro nos invita a creer en Jesús, incluso cuando todo parece perdido. Nos reta a confiar en Su poder y autoridad sobre nuestras vidas. No importa cuán desesperada sea nuestra situación, podemos encontrar esperanza en Él.
En momentos de tristeza y desesperanza, podemos recordar la historia de Lázaro y aferrarnos a la promesa de Jesús: «Yo soy la resurrección y la vida» (Juan 11:25, RV). Podemos confiar en que Él tiene el poder de traer vida a nuestras situaciones más difíciles.
Que la Cita Bíblica de Lázaro sea un recordatorio constante de que, a pesar de las circunstancias, Jesús es nuestra fuente de esperanza y vida. No importa cuán muertos nos sintamos, Él tiene el poder de resucitarnos y restaurarnos. Confía en Él y experimenta el milagro de Su amor y poder en tu vida.
Cita Bíblica de Lázaro. Una historia de resurrección y fe. Una historia que nos desafía a creer en el poder de Jesús sobre la muerte. Una historia que nos recuerda que, en Él, encontramos vida y esperanza. Que esta historia nos inspire a confiar en Jesús en medio de nuestras propias dificultades y a creer en Su poder para obrar milagros en nuestras vidas.
Cita Bíblica de Lázaro. Una historia que nunca debemos olvidar. Una historia que nos muestra el amor y el poder de Jesús. Una historia que nos ofrece esperanza en medio de la muerte. Que la Cita Bíblica de Lázaro sea un recordatorio constante de que, en Jesús, encontramos vida eterna.
Cita Bíblica de Lázaro: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente» (Juan 11:25-26, RV).