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Salmo 110:3 revela un poderoso destino divino


Salmo 110:3 – «Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad; desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud.»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy quiero compartir con ustedes una poderosa promesa que encontramos en el Salmo 110:3. Este versículo nos habla de la respuesta que Dios espera de su pueblo en el día de su poder. Nos dice que su pueblo se le ofrecerá voluntariamente, con corazones dispuestos y generosos. Es un llamado a la adoración y entrega total a nuestro amado Señor.

¿Qué significa ofrecerse voluntariamente? Significa no solo cumplir con nuestras obligaciones religiosas, sino ir más allá, entregando nuestra vida entera a Dios. Es decir, tomar la decisión consciente de vivir para agradarle y glorificarle en todo lo que hacemos. Es reconocer que nuestra existencia tiene un propósito más grande y que somos llamados a vivir en santidad.

El Salmo 110:3 también nos habla de la belleza de la santidad. La santidad no es solo una palabra religiosa o un conjunto de reglas, sino un estilo de vida. Es vivir de acuerdo a los principios divinos, reflejando la imagen de Cristo en nuestras acciones y actitudes. Cuando vivimos en santidad, estamos permitiendo que la belleza de Dios se manifieste a través de nosotros, y esto atraerá a otros hacia Él.

La segunda parte del versículo nos dice que desde el seno de la aurora, Dios tiene el rocío de su juventud. Esta imagen poética nos habla de la frescura y vitalidad que proviene de Dios. Él renueva nuestras fuerzas y nos da una nueva juventud espiritual cada día. Aunque el paso del tiempo pueda afectar nuestro cuerpo físico, en el espíritu podemos ser renovados constantemente por la gracia de Dios.

Queridos hermanos y hermanas, esta promesa del Salmo 110:3 es para cada uno de nosotros. Dios nos llama a ser su pueblo, a ofrecernos voluntariamente en su servicio y a vivir en la hermosura de la santidad. No importa cuál sea nuestra edad, condición social o circunstancias de vida, Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros. Él desea usar nuestras vidas como testimonio de su amor y poder transformador.

Cuando nos ofrecemos voluntariamente a Dios, le damos la oportunidad de obrar a través de nosotros de maneras que nunca podríamos imaginar. Él nos equipará con su Espíritu Santo y nos guiará en cada paso del camino. Nos dará las palabras para hablar, la sabiduría para tomar decisiones y la fortaleza para enfrentar las pruebas y desafíos de la vida.

No permitamos que el temor o la duda nos detengan. Confíemos en la fidelidad y el poder de nuestro Dios. Él es quien nos capacita y nos sostiene. Aceptemos su llamado a vivir en santidad y ofrezcámonos voluntariamente en su servicio. Veremos cómo Él obra en nuestras vidas de maneras extraordinarias.

Queridos hermanos y hermanas, hoy les animo a reflexionar sobre el Salmo 110:3. Meditemos en la belleza de la santidad y en la importancia de ofrecernos voluntariamente a Dios. Permitamos que su Espíritu Santo renueve nuestras fuerzas y nos dé una nueva juventud espiritual cada día.

Recordemos que somos amados y elegidos por Dios. Él tiene un propósito para cada uno de nosotros y desea obrar a través de nuestras vidas. No dejemos pasar esta oportunidad de ser instrumentos de su amor y gracia en este mundo.

Ofrezcámonos voluntariamente a Dios en el día de su poder, en la hermosura de la santidad. Permitamos que su Espíritu Santo nos guíe y capacite para cumplir con su propósito en nuestras vidas. Y recordemos siempre que desde el seno de la aurora, Dios tiene el rocío de su juventud.

¡Bendiciones abundantes para cada uno de ustedes!

Salmo 110:3 – «Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad; desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud.»

Salmo 110:3 – «Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad; desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud.»

Salmo 110:3 – «Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder, en la hermosura de la santidad; desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud.»