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Salmo 112:3, un faro de bendiciones


Salmo 112:3 – «Riquezas y bienes hay en su casa, Y su justicia permanece para siempre.»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes un pasaje especial de la Palabra de Dios que nos llena de esperanza y nos anima a vivir una vida justa y plena. Este versículo del Salmo 112:3 nos recuerda que en la casa del justo hay riquezas y bienes, y su justicia perdura para siempre.

La sociedad en la que vivimos está obsesionada con la riqueza material y el éxito material. Se nos bombardea constantemente con mensajes que nos dicen que nuestra felicidad depende de cuánto tengamos en nuestras cuentas bancarias o cuántas posesiones materiales podamos adquirir. Pero como creyentes, sabemos que la verdadera riqueza no se mide en términos de dinero o posesiones terrenales.

La riqueza del justo no se basa en lo que tiene en el banco, sino en lo que tiene en su corazón. El justo vive una vida de integridad y temor de Dios, y su mayor tesoro es su relación con el Señor. A través de la obediencia a los mandamientos de Dios y la búsqueda de su voluntad, el justo acumula tesoros eternos que ninguna riqueza terrenal puede igualar.

La justicia del justo no es temporal, sino eterna. Mientras que las posesiones materiales pueden desvanecerse y desaparecer, la justicia del justo permanece para siempre. La justicia del justo es un testimonio duradero de su fe y obediencia a Dios. Es un legado que trasciende el tiempo y deja una huella en la eternidad.

Queridos hermanos y hermanas, ¿qué tesoro estamos acumulando en nuestras vidas? ¿Estamos invirtiendo nuestro tiempo y energía en buscar riquezas terrenales que se desvanecerán, o estamos buscando la justicia eterna que solo Dios puede dar?

El Salmo 112:3 nos llama a reflexionar sobre nuestras prioridades y a buscar la verdadera riqueza que solo se encuentra en una relación íntima con nuestro Salvador. La verdadera riqueza no está en lo que tenemos, sino en quién tenemos. Solo en Dios encontraremos la plenitud y la satisfacción que tanto anhelamos.

No se trata de menospreciar las bendiciones materiales que Dios nos brinda, sino de recordar que no son el fin en sí mismas. Son recursos que Dios nos confía para que podamos bendecir a otros y extender su reino en la tierra. Nuestra verdadera riqueza radica en nuestra identidad como hijos e hijas de Dios y en la justicia que nos es otorgada por medio de Cristo.

Que este versículo del Salmo 112:3 nos inspire a vivir vidas justas y a buscar la verdadera riqueza que solo proviene de Dios. Que nuestra prioridad sea siempre agradar a nuestro Padre celestial y servir a los demás con amor y generosidad.

En conclusión, recordemos que la verdadera riqueza y los bienes duraderos se encuentran en la casa del justo. No dejemos que el mundo nos engañe con su búsqueda desenfrenada de riquezas materiales. En cambio, busquemos la justicia eterna que solo Dios puede dar y vivamos vidas que reflejen su amor y gracia.

Que el Salmo 112:3 sea nuestro recordatorio constante de la verdadera fuente de riqueza y justicia. Que nos inspire a vivir vidas justas y a confiar en que la justicia del justo perdurará para siempre. Amén.

Salmo 112:3 – «Riquezas y bienes hay en su casa, Y su justicia permanece para siempre.»