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Salmo 119:37 - ¡Desvía mis ojos de lo inútil!


Salmo 119:37 – «Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino.»

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy quiero compartir con ustedes un pasaje de la palabra de Dios que nos invita a reflexionar sobre nuestra mirada y cómo esta puede influir en nuestra vida espiritual. En el Salmo 119:37, el salmista clama al Señor pidiendo que aparte sus ojos de la vanidad y que lo avive en Su camino.

¿Qué significa apartar nuestros ojos de la vanidad? Vivimos en un mundo lleno de distracciones y tentaciones que constantemente nos llaman la atención. La vanidad puede manifestarse de muchas formas: en la búsqueda desmedida de reconocimiento y fama, en el afán desenfrenado por las posesiones materiales, en la obsesión por el aspecto físico y en tantas otras cosas que nos alejan de la verdadera esencia de nuestra fe.

El salmista reconoce la necesidad de apartarse de todo aquello que desvíe su atención de lo que realmente importa: el camino del Señor. Esta petición es una muestra de humildad y sabiduría, ya que nos recuerda que nuestra mirada debe estar puesta en las cosas eternas y no en las temporales. Al apartar nuestros ojos de la vanidad, abrimos espacio para que el Espíritu Santo nos avive y nos guíe por el camino de la verdad.

En nuestra vida diaria, es fácil caer en la trampa de la vanidad. Nos dejamos llevar por la ilusión de la fama, el éxito y la aprobación de los demás. Pero el verdadero éxito no se encuentra en la aprobación de los hombres, sino en la comunión con Dios. Debemos recordar que somos llamados a vivir para Él y no para nosotros mismos. Al apartar nuestros ojos de la vanidad, aprendemos a valorar lo que realmente importa: amar a Dios y amar a nuestro prójimo.

Cuando nuestros ojos están enfocados en la vanidad, perdemos de vista el propósito divino para nuestras vidas. Nos volvemos egoístas, envidiosos y descontentos. Pero al apartar nuestros ojos de la vanidad, encontramos la verdadera satisfacción y plenitud en Dios. Nos damos cuenta de que la vida no se trata de acumular riquezas materiales o de buscar la aprobación de los demás, sino de vivir en obediencia y amor hacia nuestro Creador.

El salmista nos anima a pedir al Señor que nos avive en Su camino. Cuando nuestros ojos están puestos en Él, nuestra vida adquiere un propósito mayor. Nos convertimos en instrumentos en las manos de Dios, dispuestos a hacer Su voluntad y a llevar Su mensaje de amor y salvación al mundo.

El camino del Señor puede no ser fácil, pero es el único camino que nos lleva a la verdadera felicidad y plenitud. Al apartar nuestros ojos de la vanidad y avivarnos en Su camino, experimentamos el gozo de vivir en comunión con Él y somos transformados a Su imagen.

Hermanos y hermanas, hoy los invito a reflexionar sobre cómo estamos utilizando nuestra mirada. ¿Estamos enfocados en la vanidad y en las cosas temporales, o nuestros ojos están puestos en Dios y en Su camino? Recordemos que apartar nuestros ojos de la vanidad es una decisión diaria, un acto de rendición y humildad ante nuestro Salvador.

Encomendémonos al Señor y pidámosle que nos avive en Su camino. Que nuestros ojos estén atentos a Sus enseñanzas y que nuestras acciones reflejen Su amor y gracia. Recordemos siempre las palabras del salmista en Salmo 119:37 – «Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino.»

Que el Señor nos conceda la fortaleza y la sabiduría para apartar nuestros ojos de la vanidad y seguir firmes en Su camino. Amén.

Salmo 119:37 – «Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino.»