Salmo 122:6 – “Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman.” (RV)
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy quiero compartir con ustedes una hermosa promesa que encontramos en el Salmo 122:6. Este versículo nos invita a orar por la paz de Jerusalén y nos promete que aquellos que aman a la ciudad serán prosperados.
Jerusalén, la ciudad santa, ha sido y sigue siendo un lugar de gran importancia para el pueblo de Dios. A lo largo de la historia, ha sido escenario de innumerables acontecimientos bíblicos y es considerada como el centro espiritual del mundo. Es el lugar donde nuestro Señor Jesucristo caminó, enseñó, murió y resucitó.
Pero más allá de su significado histórico y espiritual, Jerusalén también representa la paz y la prosperidad que Dios desea para su pueblo. Cuando oramos por la paz de Jerusalén, estamos orando por la paz en nuestras vidas, en nuestras familias, en nuestras comunidades y en el mundo entero.
La paz es un regalo precioso que Dios nos ofrece a través de la obra de Jesucristo en la cruz. Él es el Príncipe de Paz y su deseo es que experimentemos su paz en medio de cualquier circunstancia. Cuando levantamos nuestras oraciones por la paz de Jerusalén, estamos reconociendo que solo a través de Jesús encontraremos verdadera paz y prosperidad.
En un mundo lleno de conflictos, violencia y divisiones, es vital que nos unamos en oración por la paz. No solo debemos orar por Jerusalén, sino también por todas las ciudades y naciones del mundo, para que el amor y la paz de Dios prevalezcan sobre el odio y la discordia.
La prosperidad que se menciona en este versículo no se refiere únicamente a la riqueza material, sino también a la prosperidad espiritual y emocional. Cuando amamos a Jerusalén, estamos amando lo que Dios ama: su pueblo, su creación y su plan redentor para la humanidad.
Al orar por la paz de Jerusalén, estamos expresando nuestro compromiso con el bienestar de los demás, con la justicia y con el amor de Dios que trascienden fronteras y culturas. Nuestras oraciones tienen poder y Dios escucha nuestras súplicas cuando clamamos por la paz y la prosperidad.
Hermanos y hermanas, no subestimemos el poder de nuestras oraciones. Aunque parezca que el mundo está sumido en el caos y la desesperanza, Dios puede obrar milagrosamente cuando nos humillamos delante de Él y buscamos su rostro. Así como Abraham intercedió por Sodoma y Gomorra, nosotros también podemos interceder por nuestras ciudades y naciones, creyendo que Dios puede traer transformación y paz.
En conclusión, amados hermanos, oremos constantemente por la paz de Jerusalén y por la paz en todas las naciones. Oremos para que el amor y la paz de Dios prevalezcan sobre el mal y la violencia. Oremos por la prosperidad espiritual y emocional de nuestro prójimo. Recordemos siempre que Dios tiene un plan de paz y prosperidad para cada uno de nosotros.
Que nuestras palabras y nuestras acciones reflejen el amor y la paz de Jesucristo. Oremos, amemos y seamos instrumentos de paz en este mundo necesitado. Que el Salmo 122:6 sea nuestro recordatorio constante de la importancia de la oración por la paz de Jerusalén y de la promesa de prosperidad para aquellos que aman a la ciudad.
“Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman.” (Salmo 122:6, RV)
Que Dios les bendiga y les llene de su paz,
Pastor [Tu nombre]
(Salmo 122:6 – “Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman.”)