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Salmo 134: ¡Alabad al Señor! ¡Bendiciones en Su casa!


Salmos 134: ¡Alabad al Señor, vosotros todos los siervos del Señor, los que estáis en la casa del Señor por las noches! Alzad vuestras manos al santuario, y bendecid al Señor.

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy quiero llevarlos a reflexionar sobre el poderoso mensaje del Salmo 134. Este salmo nos invita a alabar y bendecir al Señor, a levantar nuestras manos en adoración y a reconocer su santidad. A través de estas palabras, somos recordados de la importancia de nuestra relación con Dios y de la bendición que es poder servirle.

En este salmo, los siervos del Señor son llamados a alabarle. Somos exhortados a adorar a Dios en su casa, tanto en los momentos de luz como en las noches. No importa cuál sea nuestra circunstancia, siempre debemos encontrar tiempo y espacio para alabar a nuestro Creador. Puede ser fácil adorarle en medio de la alegría y la prosperidad, pero también debemos recordar que, en los momentos oscuros y difíciles, Dios sigue siendo digno de toda nuestra alabanza.

El salmista nos insta a alzar nuestras manos al santuario, un gesto simbólico de sumisión y entrega a Dios. Al hacerlo, reconocemos su autoridad sobre nuestras vidas y aceptamos su voluntad. Alzamos nuestras manos como un acto de rendición, confiando en que Dios nos guiará y protegerá en todo momento. Alabemos al Señor con todo nuestro ser, presentándonos ante Él con humildad y reverencia.

Bendecir al Señor es otra parte central de este salmo. Cuando bendecimos a Dios, estamos reconociendo y proclamando su grandeza, su amor y su fidelidad. Es un recordatorio de que todo lo bueno que poseemos proviene de Él. Nuestras vidas son bendecidas porque tenemos a un Dios que nos ama incondicionalmente y que siempre está dispuesto a escuchar nuestras oraciones.

Al meditar en estas palabras, podemos encontrar inspiración y fortaleza para nuestra vida diaria. Nos recuerda que nuestra vida como siervos del Señor no se limita a un momento específico, sino que es un llamado constante a alabar, adorar y bendecir a Dios en todo momento. Nuestra adoración no debe estar restringida a los muros de un templo, sino que debe ser una expresión continua en nuestras acciones y actitudes.

En momentos de adversidad, cuando nos sentimos cansados o desanimados, recordemos el Salmo 134. Recordemos que somos llamados a alzar nuestras manos al santuario, a rendirnos ante Dios y a confiar en su poder. En lugar de permitir que las dificultades nos consuman, levantemos nuestras voces en alabanza y experimentemos la paz y la fortaleza que solo Dios puede brindar.

Queridos hermanos y hermanas, que el mensaje de este salmo resuene en nuestros corazones. Que nos inspire a vivir vidas de adoración y bendición, no solo en los momentos buenos, sino también en los momentos difíciles. Que nuestras manos estén siempre alzadas, nuestros corazones llenos de gratitud y nuestras palabras llenas de alabanza para nuestro amado Señor.

Así que, alabemos al Señor, vosotros todos los siervos del Señor. Alcemos nuestras manos al santuario y bendigamos su santo nombre. Que nuestras vidas sean testimonios vivos de la grandeza y el amor de Dios.

Salmos 134: ¡Alabad al Señor, vosotros todos los siervos del Señor, los que estáis en la casa del Señor por las noches! Alzad vuestras manos al santuario, y bendecid al Señor.

¡Gloria a Dios!