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Salmo 141:2 - La oración que llega al cielo


Salmo 141:2 en la versión Reina Valera de la Biblia nos dice: «Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde». Estas palabras nos invitan a reflexionar sobre la importancia de nuestra comunicación con Dios y cómo podemos ofrecerle nuestras peticiones y acciones como una ofrenda agradable.

El Salmo 141:2 nos muestra un hermoso simbolismo al comparar nuestra oración con el incienso. El incienso era una fragancia especial utilizada en el culto del Antiguo Testamento para representar las oraciones del pueblo que subían hacia Dios. De la misma manera, nuestras oraciones deben elevarse hacia el cielo como un suave aroma que llega al trono de Dios.

Cuando oramos, estamos estableciendo una conexión directa con nuestro Padre celestial. No es simplemente una lista de deseos o una forma de pedirle cosas a Dios, sino una oportunidad para hablar con Él, expresarle nuestros pensamientos y sentimientos, y buscar su guía y dirección en nuestras vidas.

La oración es un acto de fe y confianza en Dios. Cuando nos acercamos a Él en oración, estamos reconociendo que Él es nuestro proveedor, nuestro refugio y nuestra fortaleza. Le entregamos nuestras preocupaciones, nuestros sueños y nuestras luchas, confiando en que Él escucha y responde a nuestras peticiones.

El Salmo 141:2 también nos invita a ofrecer el don de nuestras manos como la ofrenda de la tarde. Esto significa que nuestras acciones y obras deben ser dedicadas a Dios como una expresión de adoración y gratitud. Cada cosa que hacemos, ya sea en nuestro trabajo, en nuestra familia o en nuestra comunidad, puede ser una oportunidad para honrar a Dios y servir a los demás.

Cuando nuestras acciones son guiadas por el amor y la compasión, cuando buscamos hacer el bien y vivir de acuerdo a los principios de la Palabra de Dios, estamos ofreciendo nuestras obras como una ofrenda agradable a Él. Nuestras acciones pueden ser un testimonio vivo de nuestra fe y pueden influir positivamente en aquellos que nos rodean.

Es importante recordar que nuestras oraciones y nuestras acciones no pueden ser separadas. La forma en que vivimos nuestras vidas es un reflejo de nuestra relación con Dios. Si nuestra oración es sincera y nuestro deseo es agradar a Dios, nuestras acciones reflejarán ese deseo y serán una respuesta a Su amor y gracia en nuestras vidas.

Cuando nos esforzamos por vivir de acuerdo a los mandamientos de Dios y buscamos su voluntad en todo lo que hacemos, nuestras oraciones y nuestras obras se convierten en una ofrenda agradable a Él. Nuestro deseo debe ser que nuestra vida entera sea una adoración constante a Dios, en la cual cada palabra, cada acción y cada pensamiento estén en armonía con Su voluntad.

Así que, hoy te animo a llevar el Salmo 141:2 en tu corazón. Que tus oraciones suban a Dios como el incienso, fragantes y sinceras. Que tus acciones sean una ofrenda de gratitud y amor a Él. Que cada día busques vivir de acuerdo a Su voluntad y que tu vida entera sea una adoración constante a Dios.

Salmo 141:2 en la Reina Valera: «Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde».

Salmo 141:2 en la Reina Valera: «Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde».

Salmo 141:2 en la Reina Valera: «Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde».