Salmo 19:7-11 – La Ley del Señor es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón.
Hermanos y hermanas en Cristo, hoy quiero compartir con ustedes un pasaje poderoso de las Sagradas Escrituras, el Salmo 19:7-11. Este salmo nos habla sobre la perfección de la Ley del Señor y cómo su cumplimiento trae bendiciones y sabiduría a nuestras vidas.
La Ley del Señor es perfecta, sin defecto alguno. Es un reflejo del carácter divino de nuestro amado Dios. Esta Ley tiene el poder de transformar nuestras almas, de cambiar nuestro ser interior y de guiarnos por el camino de la rectitud. Es a través de la Ley del Señor que podemos conocer Su voluntad y experimentar Su amor y gracia en nuestras vidas.
El testimonio de Jehová es fiel y verdadero. Podemos confiar plenamente en Su Palabra, sabiendo que siempre nos conducirá por el camino correcto. La fidelidad de Dios hacia nosotros se revela a través de Sus mandamientos, los cuales son rectos y justos. Estos mandamientos no solo nos guían, sino que también nos alegran el corazón. Cuando vivimos de acuerdo con ellos, encontramos verdadera satisfacción y gozo en nuestra relación con Dios.
El precepto de Jehová es puro y luminoso. Su Palabra nos ilumina, nos muestra la verdad y nos guía en cada paso que damos. Cuando abrimos nuestro corazón a la enseñanza divina, nuestros ojos espirituales se abren y podemos ver claramente el propósito y la voluntad de Dios en nuestra vida.
El temor de Jehová es limpio y duradero. El temor reverente hacia Dios nos mantiene en una actitud de humildad y respeto hacia Él. Reconocemos Su grandeza y nos sometemos a Su autoridad. Este temor nos protege de caer en la tentación y nos ayuda a mantenernos firmes en nuestra fe.
Los juicios de Jehová son verdaderos y justos. Su justicia no se basa en nuestros méritos, sino en Su amor y misericordia. Él nos juzga con equidad y en Su sabiduría perfecta. Podemos confiar en que Su juicio es justo y que Él siempre actúa en nuestro mejor interés.
El Salmo 19:7-11 nos muestra que los mandamientos, testimonios, preceptos, temor y juicios de Jehová son más valiosos que el oro y más dulces que la miel. Son un tesoro inestimable que debemos atesorar en nuestros corazones. Al guardar estos mandamientos, encontramos un gran galardón, una recompensa eterna que supera cualquier riqueza terrenal.
Queridos hermanos y hermanas, que este Salmo 19:7-11 sea una fuente de inspiración y fortaleza en sus vidas. Que la perfección de la Ley del Señor les guíe en todo momento y les lleve a experimentar Su amor y gracia de manera profunda. Que Su Palabra les ilumine y les dé sabiduría para tomar decisiones correctas. Que el temor reverente hacia Dios les mantenga en una relación íntima con Él. Y que confíen plenamente en los justos juicios de Jehová, sabiendo que Él siempre actúa en su favor.
Recuerden siempre tener presente el Salmo 19:7-11 en sus corazones y permitan que guíe sus vidas:
“La Ley del Señor es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón.”
Que la paz y la gracia del Señor estén con todos ustedes. Amén.