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Salmo 2: El Poderoso Reinado Divino


El Salmo 2: Un llamado a la adoración y sumisión al Rey de reyes

El Salmo 2 es un poderoso llamado a la adoración y sumisión al Rey de reyes. En este salmo, el salmista nos muestra la importancia de reconocer la autoridad y el poderío de Dios sobre todas las naciones y reyes de la tierra.

En el versículo 1 del Salmo 2, el salmista se pregunta: «¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan vanidad?» Es interesante notar cómo, desde tiempos antiguos hasta nuestros días, las personas han desafiado la autoridad de Dios y se han rebelado contra Él. A menudo, las naciones se levantan en contra de Su voluntad y buscan su propia gloria y poder. Sin embargo, el salmista nos recuerda que todas estas rebeliones y planes de vanidad son en vano.

En los versículos 2 y 3, el salmista nos muestra el contraste entre los reyes y gobernantes de la tierra y el Rey de reyes, el Señor Todopoderoso. Dice así: «Se levantan los reyes de la tierra, y príncipes consultan unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: ‘Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas'». Aquí vemos la arrogancia y el orgullo de los gobernantes terrenales, quienes buscan liberarse de las ataduras y mandamientos divinos. Sin embargo, el salmista nos recuerda que sus planes son fútiles, ya que Dios tiene el control absoluto sobre todo.

En el versículo 4, Dios mismo responde a los reyes terrenales y declara desde los cielos: «El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos». ¡Qué poderoso y soberano es nuestro Dios! Él se ríe y se burla de aquellos que se levantan en contra de Él, porque sabe que su poder es limitado y su rebelión no prevalecerá.

En los versículos 5 al 9, el salmista nos muestra cómo Dios establecerá a Su Hijo como el Rey de toda la tierra. Dice así: «Luego hablará a ellos en su furor, y los turbará con su ira. Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: ‘Mi hijo eres tú; yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás'». Estos versículos proféticos nos hablan del reinado eterno de Jesucristo sobre todas las naciones. Él es el Hijo de Dios, quien tiene todo el poder y la autoridad para gobernar sobre la tierra.

En el versículo 10, el salmista nos exhorta a los reyes y gobernantes de la tierra a rendir adoración y reverencia al Señor. Dice así: «Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes; admitid amonestación, jueces de la tierra». Todos los líderes y gobernantes de la tierra están llamados a reconocer la supremacía de Dios y a someterse a Su voluntad. Solo en Él encontrarán sabiduría y dirección para gobernar justamente.

En los versículos 11 y 12, el salmista nos anima a buscar refugio y salvación en el Señor. Dice así: «Servid a Jehová con temor, y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían». Aquellos que reconocen a Jesucristo como el Hijo de Dios y confían en Él como su Salvador serán bendecidos y encontrarán seguridad en Su amor y protección.

En conclusión, el Salmo 2 nos invita a adorar y someternos al Rey de reyes. Nos recuerda que ningún rey o gobernante terrenal puede desafiar la autoridad de Dios. Jesucristo es el único Rey digno de nuestra adoración y sumisión. Que podamos reconocer Su soberanía en nuestras vidas y vivir en obediencia a Su voluntad. ¡Gloria al Señor de los cielos y la tierra!

Salmo 2: «¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan vanidad? Se levantan los reyes de la tierra, y príncipes consultan unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: ‘Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas'».