La paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, mis amados hermanos y hermanas en Cristo. Hoy quiero compartir con ustedes un Salmo que ha sido una fuente constante de inspiración y fortaleza para muchos creyentes a lo largo de los siglos: el Salmo 46.
Este Salmo, escrito por el rey David, nos habla de la seguridad y la protección que encontramos en Dios en medio de las dificultades y los desafíos de la vida. Es un recordatorio poderoso de que no estamos solos, que Dios está con nosotros en todo momento y que podemos confiar en Él en cualquier circunstancia.
El Salmo 46 comienza diciendo: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1). ¿Qué hermosa verdad es esta! Dios es nuestro refugio seguro, nuestra fuerza en los momentos de debilidad y nuestra ayuda constante en medio de las dificultades. No importa lo que enfrentemos en la vida, podemos confiar en que Dios está allí para sostenernos y protegernos.
En los versículos siguientes, el Salmo continúa afirmando la grandeza de Dios y su poder sobre todas las cosas. Dice: “Por tanto, no temeremos aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar” (Salmo 46:2). Estas palabras nos recuerdan que incluso cuando todo a nuestro alrededor parece estar cayendo en pedazos, podemos confiar en que Dios es nuestro firme cimiento. Él es quien sostiene el universo en su mano y nada puede escapar a su control.
El Salmo 46 también nos habla de la paz que encontramos en Dios. Dice: “En la ciudad de Dios hay un río, cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo. Dios está en medio de ella, no será conmovida; Dios la ayudará al clarear la mañana” (Salmo 46:4-5). Imagínense el gozo y la tranquilidad que podemos experimentar al saber que Dios está en medio de nosotros, que Él nos guía y nos protege. Su presencia en nuestra vida nos llena de paz y nos da la confianza para enfrentar cualquier situación.
En este Salmo encontramos una promesa maravillosa: “Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob” (Salmo 46:7). No importa cuán grandes sean las batallas que enfrentemos, podemos estar seguros de que Dios está de nuestro lado. Él es nuestro refugio seguro, nuestro escudo y nuestro defensor. No hay nada ni nadie que pueda prevalecer contra nosotros cuando tenemos a Dios de nuestro lado.
Mis queridos hermanos y hermanas, en tiempos de tribulación, cuando las dificultades parecen abrumarnos, recordemos el Salmo 46. Encontremos consuelo en la verdad de que Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro refugio seguro en medio de la tormenta. Confíemos en que Él está con nosotros, que nos sostendrá y nos ayudará a superar cualquier obstáculo que se presente en nuestro camino.
Permítanme concluir esta reflexión con las mismas palabras del Salmo 46: “Jehová de los ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob” (Salmo 46:11). Que estas palabras se graben en nuestros corazones y nos inspiren a confiar en Dios en todo momento. Que nos recuerden que no importa cuán difíciles sean las circunstancias, Él es nuestro amparo y fortaleza. Que nos animen a vivir con valentía y confianza en el Dios que nos ama y nos cuida.
Que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento llene sus corazones y los guarde en Cristo Jesús. Amén.
Salmo 46 Nvi
Dios es nuestro amparo y fortaleza,
nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeremos aunque la tierra sea removida,
y se traspasen los montes al corazón del mar.
En la ciudad de Dios hay un río,
cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios,
el santuario de las moradas del Altísimo.
Dios está en medio de ella, no será conmovida;
Dios la ayudará al clarear la mañana.
Jehová de los ejércitos está con nosotros;
nuestro refugio es el Dios de Jacob.