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Salmo 51:5 revela la verdad oculta: ¡Somos pecadores desde el vientre!


Salmo 51:5 – “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.”

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, en este día quiero compartir con ustedes una poderosa verdad que se encuentra en el Salmo 51:5. Este versículo nos revela una realidad innegable: todos hemos nacido en pecado y hemos sido concebidos en maldad. La Palabra de Dios nos muestra que desde el momento de nuestra concepción, ya llevamos en nuestro ser la marca del pecado original.

En un mundo que a menudo busca justificar y minimizar el pecado, es fundamental recordar esta verdad bíblica. No importa cuán rectos o moralmente buenos podamos parecer ante los ojos de los hombres, ante los ojos de Dios todos estamos manchados por el pecado. No hay excepciones. No hay ninguna persona que pueda decir que es completamente pura o libre de pecado. No importa cuánto intentemos esconderlo o negarlo, el pecado está arraigado en nuestra naturaleza humana.

Sin embargo, esta verdad no debe llevarnos a la desesperanza o a la resignación. El Salmo 51:5 nos muestra la realidad de nuestra condición, pero también nos señala a la solución. A lo largo de todo este salmo, el salmista David clama a Dios, reconociendo su pecado y buscando el perdón y la restauración divina. Él es consciente de su propia incapacidad para librarse del pecado y clama a Dios por su misericordia.

Queridos amigos, este versículo nos invita a hacer lo mismo. Nos invita a reconocer nuestra propia naturaleza pecaminosa, a confesar nuestros pecados delante de Dios y a buscar su perdón y su gracia transformadora. No podemos cambiar nuestra naturaleza pecaminosa por nosotros mismos, pero podemos acudir a aquel que sí puede hacerlo: Jesucristo.

Jesús, el Hijo de Dios, vino a este mundo para liberarnos del poder del pecado y de la condenación eterna. Él murió en la cruz del Calvario, llevando sobre sí mismo nuestros pecados y pagando el precio que nosotros no podíamos pagar. A través de su sacrificio, tenemos la oportunidad de recibir perdón y ser transformados por su gracia.

No importa cuán grande o abrumador pueda parecer el pecado en nuestra vida, Dios está dispuesto a perdonarnos y a darnos una nueva oportunidad. Él nos invita a acercarnos a él con humildad y arrepentimiento, reconociendo nuestra necesidad de ser lavados y renovados por su amor. Como dice el Salmo 51:5, Dios nos formó en maldad, pero él también tiene el poder de transformarnos en criaturas nuevas, en sus hijos amados.

Hermanos y hermanas, no permitamos que el pecado nos venza o nos aleje de la presencia de Dios. En lugar de eso, corramos hacia él con humildad y confesemos nuestros pecados. Él está esperando con los brazos abiertos, listo para perdonarnos y restaurarnos por completo. No importa cuán lejos hayamos caído o cuánto hayamos errado, su gracia es suficiente para cubrirnos y hacernos nuevos.

En conclusión, el Salmo 51:5 nos recuerda nuestra condición pecaminosa, pero también nos muestra el camino hacia el perdón y la restauración. No importa cuán profundo pueda ser el pecado en nuestra vida, Dios está dispuesto a perdonarnos y a transformarnos por su gracia. Acudamos a él con humildad y arrepentimiento, y experimentemos su amor y su poder transformador en nuestras vidas.

Salmo 51:5 – “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.”

Que este versículo permanezca en nuestros corazones y nos impulse a buscar la presencia de Dios con sinceridad y humildad. Que encontremos en él el perdón y la restauración que tanto necesitamos. Amén.

Salmo 51:5 – “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.”